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El pasado 17 de este mes sufrí un lapsus en mi Xerradeta titulada «Trifulcas del contrabando». Fernando Vinent era el abuelo de Ángela Vinent, autora del libro, la cual me sorprendió al enterarme de la confesión de la autora al escribir sobre el contrabando y su abuelo. En aquellos tiempos se estilaba para poder ganarse unas pesetillas. Si bien el gobierno puso en marcha las cartillas de racionamiento, por cierto gracias a las mismas si la familia tenía hijos ello aportaba algo más de azúcar, pasta para sopa, aceite y potes de leche condensada «La lechera», entre otros que en estos momentos no recuerdo.

Por el contrario tengo en mente lo importante que debió ser la amistad con alguna gente del campo, cambiando trigo por otras cosas mas sutiles, varios metros de tela llamada ‘blanca’ necesaria para la confección de ropa interior, ovillos de hilo que fueron tan escasos, pastillas de jabón, etc. Mientras tanto al llegar la noche, principalmente aprovechando la ausencia de la luna y de sufrir algún temporal todo ello era propicio para dirigirse a la costa a la espera de algún velero llegado para una fructífera ocasión del desembarco como se llamaba a la bajada de la nave de infinidad de artículos, café, azúcar, latas de    fiambres -llamadas «comida americana»-, otras muchas cosas más y lo más importante, el tabaco.

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Me doy cuenta que me he dejado en la recámara los artículos de joyería. En los años 1960 se pusieron de moda, las conocidas perlas cultivadas. Era tal la diferencia de precio entre una joyería  y lo que se pedía en cualquier otro punto en los que se comercializaban las mismas, y también pulseras, esclavas, pendientes y toda clase de piezas de oro. El pueblo conocía muy bien las casas donde encontrarlas en aquel Mahón, amén de cafeterías, etc.

Fue en 1950 cuando los varones al poco que podían recoger cuatro duros adquirían relojes de pulsera, arrinconaron los de cadena que llevaban cogidos en los pantalones o chalecos. La marca Dogma fue muy bien recibida y aún hoy dispongo del que heredé de mi padre al cel sia funcionando perfectamente.

Podria añadir mucho más, pero lo dejo. Fue época de zulos en cualquier tanca de algún predio y en lo alto de acantilados vora la mar. No fue cosa fácil. Aquellos hombres sufrieron mucho por conseguirlo, era una más de las maneras para poder prosperar algo, que buena falta hacía.