Año Franco

No creo que organizar un montón de actos recordando la muerte de Franco vaya a aportar nada positivo a la sociedad, más allá de una costosísima campaña publicitaria para ahondar en la división y el enfrentamiento entre españoles. Como si en Alemania les diese por celebrar el año Hitler. Pero de eso se trata. Hay que mantener los bloques y el bloqueo. Una sociedad unida y bien avenida parece que no le interesa a nadie. Desde que la política se ha convertido en una profesión lucrativa basada en la competencia entre partidos por llevarse el voto al agua, la publicidad y el marketing son la clave para envenenarnos la sangre e inocularnos el odio que tantos beneficios genera. Que se lo digan a Elon Musk. La mayoría cree cualquier cosa que cuadre con sus esquemas. Es época de fe ciega. De gregarismo consumista. Buenos y malos. Sin matices. O estás conmigo o contra mí.   

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Gracias a tal conmemoración sin consenso, ideada por la factoría de Sánchez en línea con sus socios rupturistas, los jóvenes que no vivieron esa época podrán concienciarse de los peligros de un régimen que controla la Justicia, los medios de comunicación, las instituciones del Estado, que demoniza a la oposición o que pretende perpetuarse en el poder a toda costa. Nos hemos habituado al esperpento y perdido el sentido del ridículo. Montajes ideológicos para consumo interno de los adeptos.

Y todo para no dejar el paso franco a la ultraderecha.