Yo estoy bien. Aunque ya os expliqué que no dormiría tranquilo si hiciese esas cosas que finalmente hice, os comunico ahora con total transparencia que haré cuanto tenga que hacer para seguir estando bien. Digamos entonces que estaré bien hasta la noche. Bueno, la verdad es que dormiré como un niño, porque eso de que no dormiría bien era una especie de metáfora, no sé si me entiendéis. Es un poco como la metáfora de que colaboro con la justicia, o que las cosas van como un cohete, o que estoy muy enamorado, o de que quienes cambian de teléfono lo hacen para que os quede claro que no había en él nada reprochable. Ya se que es difícil de explicar todo esto, pero estoy seguro que lo entendéis perfectamente. Vuestra comprensión la demostráis con vuestros votos, con esa defensa militante de la inocencia de los nuestros.
Os aseguro, y soy hombre de palabra, que los nuestros son irreprochables; de manera que hacéis bien en confiar. Es por eso que estoy tan bien, porque nada ni nadie consigue que vuestra fe se tambalee.
Mantened tranquila vuestra conciencia: somos tan buenos que Koldo, uno de los nuestros, pagaba parte del pisito a la novia de su jefe por mera bondad. Los jueces fachas parece que dudan de esta versión, pero vosotros, que sois progresistas a mazo, no dudáis. Es por eso que estoy tan bien.
Por fortuna, aquella violenta agresión que sufrí cuando me atacó un grupo de nazis y fascistas no me dejó secuelas, al contrario, me ha insuflado más coraje. Estoy bien. Aunque estaré mejor cuando empiece a pedirme perdón la gentuza que no cree en mi buena fe, aquellos grupos de derecha y extrema derecha que piensan que todas las evidencias que aparecen contra mi familia y amigos, contra mis colaboradores, contra mí mismo, no son simplemente un cúmulo de casualidades, coincidencias y malos entendidos, cuando no bulos.
Yo estoy bien. Estaré mejor sin duda cuando consiga hacer borrar la hemeroteca. Tendremos que hacer una ley al respecto. Seguro que esto lo aprueba la cámara sin problemas; a todos los allí atornillados les parecerá una medida excelente. No es que me importe que entresaquen de mis declaraciones aparentes contradicciones, pero me cansa la cantinela de que si dije esto o dije aquello. Uno dice cosas, cualquiera lo puede comprender, y luego sucede que eso deja de convenir, por lo que sea, y uno tiene derecho a decir lo contrario. Solo un imbécil es incapaz de entender esta obviedad.
Y vamos a dejarlo, que me pongo nervioso con esos cretinos que me reprochan mis cambios de opinión. Cuando consiga mi próxima meta, la de mandar archivar causas en curso, será el llanto y el crujir de dientes de los que se hayan colocado de forma inconveniente y ya no salgan en la foto, de los incrédulos, de los acusadores, de los herejes por así decir.
Con la pasta que destino a comprar opinión, tiene huevos que aún no hayan conseguido callar a los jueces, a parroquianos en los bares, a los youtubers en las redes, a los cuñados en los cumpleaños. Parece mentira.
Algún día la verdad saldrá a flote, pero no va a ser mañana, que las cosas de palacio van despacio. Mientras tanto yo estoy bien.
En otro orden de cosas: voy a subiros los impuestos. En esto no voy a cambiar de opinión, no os preocupéis. No dudo de que la idea os agrada sobremanera. Ya sabéis: hospitales y tal.
Gracias a nuestra total transparencia, estáis al tanto de que todo va bien, pero tenéis que haceros cargo de un pequeño escollo: debemos un pastón que te cagas y cada vez sois más mayores, y cobráis más pensiones. Nosotros ya hacemos un esfuerzo enorme en moderar nuestros gastos, en fin, reduciendo cargos superfluos, ministerios, asesores, jefes de gabinete de los jefes de gabinete y todo ese lío, pero ni con estas nos alcanza, así que tendréis que rascaros el bolsillo un poco más. Sé que lo haréis con agrado, como con agrado veis nuestra insobornable disposición a no dilapidar recursos públicos.
Subiremos el IVA de los productos básicos. Nosotros también consumimos pan, aceite, leche y esas cosas, no os creáis, así que también pagaremos esa subida; cuando dejemos el cargo, digamos.