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Disfruto cuando imagino, anhelo y planeo. ¡La vida da para tanto! Hermoso y frondoso es el futuro del hombre. Con todo, no todo es posterior y venidero; algo antes sucedió y te moldeó tal y como eres. Circular con marcha atrás siempre ha sido más difícil y lento que poner cualquier otra marcha; con todo, hay un día, en estas últimas fiestas, que tomas conciencia de lo mucho que perdiste olvidando. Hubo placeres exquisitos grabados antes que se te borrasen, demasiado sabrosos para que se te olviden.

Y ese día decides ejercitar esa gran facultad humana que es la de recordar, que viene de re y de cor y que significa volver a poner en el corazón lo que en el corazón antes había: los baños seisañeros en s’Illot y Cala Morlanda, los cacahuetes que en las fiestas del pueblo vendía la señora entrada en años y kilos, la primera bicicleta, la mancha gruesa de tinta china en el cuaderno de caligrafía y el subsiguiente pellizco suave de la maestra, el cambio de pantalón corto a entero, los pelos finos de tu afeitado inaugural, el primer abuelo difunto, la novieta por la que tan dulcemente suspirabas y ella que tan angelicalmente ni se enteraba, el cigarrillo primerizo que te quemó un labio...

Recordar no es regresar, es volver a vivir. ¡Qué complacido oficio, el de evocar experiencias! ¡Qué feliz, la memoria de los olvidos!