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Navegar por las redes sociales el día de la cabalgata para ver cómo han sido los festejos en otras ciudades y los memes y comentarios de los usuarios garantiza un buen rato de risas. Siempre me ha asombrado la creatividad y capacidad para buscarle chispa a todo que tienen algunos, además del infinito tiempo libre del que deben disponer para hacer alarde de su talento. Desde el Gaspar «guapo» del desfile madrileño al Baltasar pintado de Ceuta, hubo un universo entero de tuits, a cual más hinchante. Luego están, claro, los que aprovechan la situación para lanzar pullitas supuestamente dolorosas para los adversarios ideológicos. A la pobre Lalachus le deben doler los oídos desde hace días porque los católicos andan revueltísimos con la tontada aquella sin gracia -por cierto- de la estampita de la vaquilla. Durante la cabalgata sevillana, uno de los reyes se arrodilló y se santiguó al paso de la carroza por la basílica de la Virgen de la Macarena, momento muy aplaudido en redes por creyentes que defendían su fe, tan vapuleada por la humorista el día de las uvas. Ese instante me resultó casi mágico, al más puro estilo regreso al futuro. Porque, a ver, ya sabemos que la cabalgata no es más que un espectáculo llamativo y colorido para niños, pero si nos atenemos a lo que cuenta la Biblia -origen de toda esta movida-, los magos -que ni eran reyes ni eran tres- acudieron a venerar a un niño judío, nacido de padres judíos y que no fue otra cosa en toda su vida más que judío. De asimilar como cierto el relato bíblico, ninguno de los magos podría arrodillarse frente a la Virgen en cuanto que ella no llegaría a ser considerada madre de Dios hasta cuatro siglos después. En fin, divagaciones.