«Ojalá» es una expresión de origen árabe equivalente a «si Dios quiere». O sea, que cuando hablamos, hablamos un poco en árabe sin saberlo y le pedimos a Dios cosas que no dependen solo de nosotros. Ojalá se resuelva el problema de la vivienda.
Generalmente, todos aspiramos a tener razón. No me pidan por qué. Se ve que es importante estar en lo cierto. Acertar nos puede traer beneficios y errar, aunque sea humano, acarrea desgracias.
El año que acaba de empezar, veremos cómo acaba. Me parece que seguirá aumentando la desigualdad, al tiempo que disminuyen las libertades. Que la guerra va para largo. Que seguirán comiéndonos el coco y manipulándonos descaradamente. Que la seguridad estará amenazada y que los problemas que ya tenemos se irán agravando. Que los servicios públicos serán deficitarios y habrá medios cada vez más sofisticados para controlarnos. Que más jueces se dedicarán a la política y políticos harán de jueces. Si a esto le añadimos alguna catástrofe natural o causada por la mano del hombre, estamos apañados.
Me gustaría ser optimista, insuflar esperanza, animar a los temerosos e ignorar a los malvados. Pero el camino que llevamos nos conduce más a un modelo bolivariano, nicaragüense o soviético que liberal. La gente vota estas cosas. Si vota.
Soy de los que quieren tener razón y acertar en mis predicciones pero, en este caso, créanme si les digo de todo corazón que ojalá me equivoque.
