TW

Sí, esto se acaba, en un paso se nos habrá ido ese año que nos ha ido marcando nuestro día a día sembrando en nuestras vidas alegrías, penas y temores y a punto de estrenar lo que solemos calificar como nuevo, pero antes deberemos despedirnos de él como solemos hacerlo siempre en esa noche a la que llamamos vieja porque    se nos antoja agotada. Sobre sus espaldas y mirando hacia atrás sin ira la notaremos algo jorobada, de piel arrugada, cojeando y tomando aire de ese poco que le queda de tanto haberlo dejado   entre las hojas del calendario. Pero qué diablos, lo despediremos los más lanzados entre confeti, serpentinas y brindando con cava dando permiso a que sus burbujas se nos instalen en nuestro cerebro con la suficiente fuerza como para convencernos de que todo seguirá siendo de color de rosa, mientras confundimos los cuartos con las horas y las uvas se nos atragantan.

Noticias relacionadas

Pero cuando estrenemos el primer mes del año veremos que las cosas siguen más o menos igual, quienes manejan los hilos de nuestras vidas estarán ahí, las amenazas bélicas seguirán su curso, seguirá habiendo hambruna y panzas llenas. La pregunta es si sabremos amoldarnos, intentar anular sombras y sustituirlas por luz o bien seguiremos mirando hacia otro lado, ese lado que ya conocemos y que tan poco nos ha venido aportando, el de las promesas incumplidas, el de los sueños rotos, el de los profundos abismos, el de los falsos abrazos. Feliz Año Nuevo y si bebes hazme caso, no conduzcas.