El pasado domingo 22 de diciembre, este Diario abrió su edición con una portada impactante. Informaba de que el año 2024 había sido el más trágico en la carretera general de Menorca, con una media de dos accidentes por semana. Este dato supera la media de los últimos cinco años. Hasta esa fecha, el balance era desolador: 13 personas fallecidas, 27 heridos graves y 189 heridos leves que necesitaron asistencia.
Precisamente el jueves anterior, compartí coche con Luis Alejandre. Al llegar a la conocida rotonda de La Argentina, ambos nos sorprendimos de no haber advertido la magnitud de la «obra faraónica» que finalmente se ejecutó tras una intensa lucha de la plataforma «SOS Menorca». Este colectivo logró paralizar las obras de mejora en una carretera que constituye la principal arteria de nuestra isla y que resulta tan peligrosa.
Recordamos las vicisitudes vividas durante nuestra legislatura de gobierno, defendiendo que lo más importante era, y sigue siendo, la seguridad de las personas y, por ende, la vida.
Teníamos que emprender la seguridad de la carretera pero no pudimos acometer un desdoblamiento porque la situación económica que encontró aquel equipo de gobierno liderado por Santiago Tadeo, era ruinosa con lo que se asumió la propuesta del ingeniero de caminos, Rodrigo del Pozo: «intentaré dar la seguridad de un desdoblamiento, sin desdoblar».
Las obras de la carretera general se licitaron durante la legislatura 2011-2015 y las ganó una conocida empresa constructora menorquina frente a otras locales. El primer contratiempo no tardó en llegar: tras la adjudicación, la empresa solicitó un aumento del 38 % del presupuesto, alegando que «el marès entre Mahón y Alaior era más duro de lo previsto». Y el equipo de Santiago Tadeo no admitió el chantaje.
Comenzaron las constantes protestas, que buscaban preservar el bucólico paisaje, incluso a costa de ignorar el peligro real para la vida de las personas.
El conseller Luis Alejandre, responsable de la gestión de carreteras en aquel momento, sufrió presiones de todo tipo. Fue objeto de escraches frente a su domicilio y recibió cartas de personas ajenas a la realidad de la isla, muchas de ellas intimidatorias, pero que defendían un ecologismo más ideológico que pragmático.
Quizá una de las razones por las que no ganamos las elecciones siguientes fue nuestro posicionamiento en favor de las obras de la carretera general. Sin embargo, hoy, a la luz de los hechos, reivindicamos con orgullo nuestra decisión, basada en priorizar la seguridad humana.
Si aspiramos a un ecosistema más saludable, una vida más armónica con la naturaleza y la preservación de las especies, debemos abordarlo desde un enfoque humano e inteligente, aunque paradójicamente cada vez parezcamos más torpes en este sentido.
En cuanto al tráfico de la Me-1, la intensidad media diaria anual en los tramos más transitados oscila entre 13.000 y 14.000 vehículos, según las estimaciones. Los datos disponibles indican que, en agosto de 2024, se registraron las siguientes IMD:
Kilómetro 2,9 (entrada de Maó): 19.267 vehículos diarios.
Kilómetro 20 (zona central): 20.614 vehículos diarios.
Kilómetro 22 (entre Es Mercadal y Ferreries): 23.973 vehículos diarios.
Kilómetro 42 (cercanías de Ciutadella): 23.766 vehículos diarios.
La siniestralidad sigue siendo alta. Menorca es un territorio pequeño donde el «poc a poc» y el «no frisar» son valores locales, pero no se inculcan automáticamente por vivir en la isla ni forman parte del ADN de sus habitantes, ni mucho menos, por aterrizar en una isla bucólica.
Las personas que priorizan preservar un paisaje a costa de retrasar o torpedear obras críticas y cruciales, deberían pensar en las consecuencias de su postura.
«Es el momento de dar marcha atrás. Es un error ambiental y estratégico. Debemos ser ejemplo de sostenibilidad», afirmó el responsable de territorio del GOB en su día.
La seguridad vial no puede quedar supeditada a otros intereses. La tragedia en nuestra carretera es una llamada de atención urgente. La prioridad debe ser siempre proteger vidas humanas.
