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Un programa de televisión difundió la semana pasada un supuesto mensaje de whatsapp entre Aldama y Francina Armengol en plena crisis sanitaria. La expresidenta, al parecer, preguntaba al comisionista si había mascarillas para niños. Aldama contestó que lo miraría. Armengol o su entorno han negado cualquier tipo de mensaje entre la actual presidenta del Congreso y el cabecilla de la trama corrupta. Sin embargo, los que tienen el teléfono de la dirigente socialista pueden saber si la foto de perfil que aparece en el mensaje corresponde a Armengol. Recuerden que ya se filtró hace varias semanas que la expresidenta había mantenido contactos con Koldo García, exasesor de Ábalos, a propósito de las mascarillas defectuosas. También se restó importancia a este episodio, si bien demostraba que un contrato de tanta relevancia se gestó a través de mensajes entre un simple asesor y la propia presidenta balear, por mucho que Armengol dijese en el Parlament y en el Senado que ella nunca mantenía contactos con las empresas que negociaban contratos con el Govern.

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No hace falta ser un lince para saber que esta historia solo acaba de empezar y que Aldama tiene pruebas suficientes para acabar con medio gobierno. Y que en las próximas semanas posiblemente aparecerán más pruebas sobre cómo se gestó el contrato de casi 4 millones de euros de las mascarillas defectuosas que siguen almacenadas en el IB-Salut por la incompetencia del anterior Govern. De momento Aldama parece centrado en difundir las gestiones realizadas por el expresidente canario y actual ministro, pero lo de Balears se sabrá y sería conveniente que Armengol, luchadora incansable contra la corrupción, diga cómo se gestó este contrato de las mascarillas, si intervino Abalos, a cambio de qué y por qué se eligió a una empresa sin ningún tipo de experiencia en material sanitario. El escándalo de las mascarillas se puede convertir en el ‘caso Noos’ del PSOE balear por mucho que Negueruela se dedique a visitar las redacciones de todos los medios de comunicación de Balears para intentar hacer creer que la culpa es de otros, como siempre, en lugar de actuar con la transparencia que exige a los demás. A partir de ahora están en manos de Aldama y por mucho que se empeñen no podrá taparse el escándalo.