Menorca es una isla ideal para andar. Su suave orografía invita a ello. El clima, dos cuartos de lo mismo. A más, es de todos conocido lo saludable que es ese ejercicio, que no es más que el modo en que la Humanidad se ha desplazado de manera masiva hasta no hace tanto. La invención de artilugios, especialmente desde el siglo XIX, y con vehículos a motor como son coches o motos en el XX, crearon otros hábitos en donde el andar dejó de ser, desgraciadamente, para una parte importante de los humanos, algo cotidiano. De hecho, si nos centramos en Menorca, diríamos que hace unas tres generaciones que eso ha ocurrido, queriendo llegar, desgraciadamente, motorizados, a la puerta de todo. Recuerdo los comentarios en negativo de iniciativas de peatonalizaciones de centros urbanos, hoy en día vistos como ventaja y no desventajas, y ello era debido a ese reciente hábito de llegar en coche a todo.
Andar, a día de hoy y en nuestra sociedad, vuelve a ser una práctica, tanto por ciudad como por el campo, tanto por placer como por medida de salud. Yo tengo esa rutina desde niña, y creo la tengo gracias a que mi abuelo, Pedro Orfila Cardona, que salía a pasear y le gustaba que sus nietos fuéramos con él. Íbamos por caminos como del de Santa María, el d’en Guixó, o llegar a Sant Joan, etc., en lo que eran los alrededores de Maó en esos tiempos, hoy en parte desaparecidos por el empuje urbano; esos fueron mis inicios en ese hábito de andar. En mis años en Granada empecé siendo esa profesora rara que iba a la facultad en autobús, teniendo coche. Mi intención era volver a casa andando, lo necesitaba. Ya jubilada, y vuelta a Menorca, andar se ha convertido en ese modo de moverme, tanto en la ciudad, como en el campo. Y, ¡cómo he ido «descubriendo» la isla en caminatas!, ya sea con un grupo de amigos que salimos cada semana o con otro recorriendo el puerto de Maó, y que decir con amigos de fuera cuando vienen aquí. Un placer andar, junto a la tertulia que se genera y esa visión de verdes u ocres que nos regala la isla, o los azules del cielo y el mar.
Las caminatas que suelo hacer tanto son interiores como, evidentemente, en tramos del Camí de Cavalls. Una joya. Qué orgullo el haberse recuperado, que sea público gracias a las acciones de la sociedad civil y sus movilizaciones para lo que es, desde hace unos años, esa realidad de poder ir por el litoral, guiados por una muy buena señalética, y disfrutar del paisaje terrestre y marino.
Un uso, el de caminar por el Camí de Cavalls, que es practicado por habitantes de Menorca y por muchos visitantes. Una puerta de entrada al conocimiento de la isla en muchos casos…, puerta que no siempre presenta la imagen que todos quisiéramos… barandillas perdidas, piso en mucchos tramos, en mal estado, diría incluso en muy mal estado, tanto que hace que, en vez de disfrutar de lo que tienes alrededor, sólo puedes estar pendiente del suelo para no caerte… Creo que quienes son usuarios de esta maravilla que tenemos, todos deben tener la misma impresión que tengo yo. Sí, imagino que no es baladí su conservación…, pero seguro el coste va a ser mayor si no se tiene un programa de un mantenimiento continuo más intenso de este camino, creo que nos lo merecemos todos. Y espero no sea que se reaccione debido a alguna desgracia grave, que de pequeñas ya las hay, pues tropezar y caerse es casi habitual, dado, insisto, el mal estado de sus tramos, y es una lástima.