Hace una semana que cayó el régimen del sanguinario Bachar al Asad en Siria y vimos a miles de sirios exilados en todas las capitales del mundo festejar aquello que durante tanto tiempo habían anhelado. Asombraba contemplar cuántos sirios hay radicados en los países nórdicos, en Alemania, en Grecia, en Turquía… Cinco millones, dicen las estadísticas. Estarán, suponemos, deseosos de regresar a su tierra y rehacer una vida que quedó en suspenso con la larguísima guerra civil. Quizá a ellos les resulte atractiva la idea de instalarse en una nación regida por los preceptos religiosos que se mira en espejos como Afganistán. Lo primero que hizo el líder de los rebeldes, Al Julani -¿no se echa un aire a Fidel Castro?- fue entrar triunfal en la mezquita de los Omeyas para dar gracias a su dios y pronunciar un discurso.
El rayo verde
Siria
16/12/24 4:00
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