Aquí alguien cuenta cuentos. Normalmente en política el debate se entabla entre distintos modos de entender la res pública. En este sentido, tan lícito es ser fan de los azules como serlo de los verdes, rojos, morados, animalistas, taurinos, patriotas, liberales, separatistas, centralistas, carlistas o anarcos.
Hoy sin embargo la cuestión es enrevesada: hay quien está en lo cierto y quien anda errado. Quizás tardemos mucho tiempo en saber a ciencia cierta en qué lado de este binomio está cada uno de nosotros (quizás no lo sepamos nunca), porque la justicia es lenta, porque no siempre aclara la verdad, porque la historia tarda a veces siglos en desentrañar las verdaderas causas de los sucesos que acontecen, porque a veces jamás lo consigue:
Nunca sabremos si a Filipo II se lo cepilló su amante por celos o por orden de Alejando Magno, ya que los compañeros de Alejandro lo acuchillaron antes de que el asesino pudiera explicarse. Sabemos que al Magno le vino de cine que palmara su padre. Sabemos que gracias a ello se proclamó Rey de Macedonia, sabemos que inmediatamente ordenó matar a su pequeño hermano (podía ponerse en duda la legitimidad de éste para heredar el trono), pero ni sabemos ni sabremos si dio la orden de apiolar al rey o si fue el despecho de un amante humillado el causante del magnicidio.
Hoy alguien miente. O el gobierno y sus medios replicantes o los otros medios, los que van por libre.
El gobierno llama «pseudo medios» a aquellos a los que no dopa con subvenciones y éstos llaman «medios de opinión sincronizada» a los gubernamentales.
Quien se informa en el «pesebre» saca unas conclusiones opuestas a quien lo hace en los «pseudo», casi independientemente de la ideología del informado.
Según unos, decenas de jueces son unos fascistas que atacan gratuitamente al héroe; la UCO es a veces buena y a veces mala dependiendo de a quién investigue y qué conclusiones saque; millones de personas que dudan de la palabra del presidente del Gobierno son fascistas; el Fiscal General del Estado no debe dimitir y la familia de Sánchez está siendo injustamente asediada por la derecha y la ultraderecha; Aldama, al ser malo, miente, mientras que Barcenas, malo también, decía la verdad; el gobierno acudió raudo a ayudar en la gota fría; Lobato es feo; todo va bien.
Según los otros medios, Sánchez es mentiroso; sus ministros son un rebaño de corderos balando al son que marca el pastor; Abalos y Koldo se han llevado crudo nuestros dineros; la parienta del presi tiene un morro que se lo pisa; la Universidad Complutense la ha alquilado, presa de la necesidad irrefrenable de pelotear al amado líder; el hermano del caudillo ha pillado un curro bien pagado (con la caja común), hecho a medida de su persona porque yo lo valgo; los jueces aciertan o no, dependiendo de a quien se juzgue (en esto coinciden con los pesebristas); viva la UCO!
En estas estamos.
Los dos enfoques no pueden tener la razón: alguien se equivoca.
Ya les digo que yo no tengo la absoluta certeza de saber quién acierta. No obstante señalo un par de consideraciones:
1.- En el lado de los «pseudo medios» encuentro algunas exageraciones, tipo: «Sánchez quiere destruir España».
Parece tonto tal propósito (no da pasta ni poder). Si acaso se podría pensar que Sánchez haría cualquier cosa (incluido perjudicar a España) si fuera necesario para seguir en su puesto.
2.- En el lado de la «opinión sincronizada» encuentro continuas piruetas (a menudo patéticas) para explicar lo inexplicable, camuflar lo obvio y cambiar de rumbo al son del silbato.
Por ejemplo me pareció extravagante que dichos medios sacaran en portada (y coparan páginas y vídeos) en comentar las inanes trifulcas de dos «teleshowmen» mientras fuera estaba siendo imputada hasta la madre del cordero. También chirría la creatividad narrativa de Doña Alegría mientras «periodistas» acreditados ni preguntan, ni mucho menos repreguntan, al escuchar trolas asaz incongruentes.
En definitiva: aunque no conozco la verdad, la intuyo, y si tuviera que apostar mi merienda, me la jugaría a que los troleros son los subvencionados.