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Incluso es posible que él mismo, a estas alturas, no se haya enterado, pero mi admirado José Luis Garci no podrá viajar por España, a no ser que tenga un amigo que le proporcione alojamiento, ya que será imposible que consiga una habitación en un hotel.

Nuestro ministro de Interior parece que odia el turismo y, a partir del próximo lunes, pondrá en marcha una normativa, propia de una dictadura comunista, en la que se solicitarán hasta 42 datos del cliente. ¿Y qué tiene que ver esto con José Luis Garci? Pues que, entre los datos obligatorios que se piden, está el número del teléfono móvil del viajero, y, claro, como José Luis Garci se ha resistido a tener un teléfono móvil, el recepcionista del hotel lo tomará como una desobediencia al requerimiento ministerial, y no le dará habitación. No se va a exponer a una multa a la empresa, y posiblemente le causará ser observado con recelo por sus jefes.

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Como todas las tonterías contemporáneas suelen ir acompañadas de una justificación teórica, el ministro dice que es que así vamos a controlar el terrorismo. O sea, llega el terrorista, le piden el número del móvil, y da el de verdad. ¿Y si le proporciona un número que no es el suyo?, ¿qué va a hacer el recepcionista? ¿Comprobarlo, haciendo una llamada en ese momento? El viajero también puede aducir que, en ese instante, no lo lleva encima, porque se lo ha dejado a un amigo. ¿Llama el recepcionista a la Policía, mientras engrosa la fila de aspirantes a que les den una habitación? ¡Ah! También hay que dar el domicilio último y el habitual, y el número de una cuenta corriente, en este extraordinario registro, que parece el ingreso previo a un calabozo.

¿Se imaginan las filas, en los vestíbulos de los hoteles, con un par de autocares que vienen del aeropuerto? Cada año, más de 85 millones de turistas nos visitan. Para prevenir el terrorismo ¿la Policía se va a ocupar de comprobar los móviles de más de 85 millones de turistas? La Policía no es tonta, pero el ministro se esfuerza en parecerlo.