TW

Menos mal que, gracias a las plataformas de cine, estamos consiguiendo obviar la funesta programación televisiva. Una preferiría no tener que pagar para entretenerse en casa, pero si es para evitar la horrible competencia de las cadenas, lo hace y ya. Así, hemos podido ver películas que nunca hubiéramos imaginado. Mucho cine iraní, por ejemplo. Y, últimamente, los títulos del director finlandés Aki Kaurismäki. De él quería hablar. La verdad es que se trataba de un director completamente desconocido para mí, a pesar de su extensa y premiada filmografía. Pero no importa: tal vez si hubiese visto sus películas siendo más joven no habría sentido la afinidad que me provoca ahora. Empecé por la más reciente, «Fallen leaves», y me quedé trastocada. Como cuando no sabes por qué, pero te pasas todo el tiempo pensando en algo. Y aún no he podido quitarme estas historias de encima. Sus personajes son gente proletaria (basureros, cajeras de supermercado, cocineros y camareros en restaurantes patéticos…), con unas vidas bastante grises y sin alicientes.

Gente de poco hablar y con rutinas que deberían quitarle a uno las ganas de vivir. Personas que siempre usan el mismo tono de voz y un lenguaje nada expresivo. En definitiva, personajes nada simpáticos que rara vez se abrazan o se rozan, aunque estén enamorados. Puede que estas películas me hayan llegado en la madurez por algún motivo que desconozco, pero que celebro sinceramente. Porque no pienso, ni de lejos, que Kaurismäki se quisiera hacer el interesante ni demostrar nada. Se trata solo de su estilo, sobrio y escueto, sin tonterías, que por supuesto no debe influir en la vida de nadie (puede que los finlandeses sean así). Pero lo bueno es que podemos repetir. Yo pienso hacerlo. Y más de una vez. Seguro.