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Lo han vuelto a hacer. El arte contemporáneo nos interpela y como humilde observadora me quedo sin palabras para interpretar un plátano pegado con cinta americana en la pared. La polémica banana «Comedian», obra de Maurizio Cattelan y que se presentó en 2019 en la feria Art Basel de Miami, se subastó la semana pasada en Nueva York y fue adquirida por 6,2 millones de dólares. Otra edición del plátano ‘comediante’ ya se vendió hace cinco años por 120.000 dólares, así que su revalorización es evidente. Y eso que es una banana común, perecedera, que viene con instrucciones para sustituirla cada seis o siete días y colocarla a 160 centímetros del suelo, ni uno más ni uno menos.

Si el objetivo de este artista del absurdo –que ya expuso un retrete de oro sustituyendo uno de uso público en el ‘Guggenheim’ de Nueva York–, era ridiculizar el mercado artístico desde luego lo bordó. Pero no ha sido el único. Fue sublime Salvatore Garau, que en 2021 vendió su segunda escultura inmaterial e invisible por una cifra récord de 28.000 euros en una subasta en Milán.

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La escultura llevaba el título burlesco «Delante de ti» y permitía gozar del arte –o imaginarlo–, sin las preocupaciones triviales de que estorbe en el salón o acumule polvo. Y es que el vacío es un espacio lleno de energía, defiende el autor, añadiendo un toque de física cuántica al explicar que, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, la nada tiene un peso, y que la concentración de pensamientos en un punto concreto creará esculturas de formas variadas. Y por todo ello ingresó unos miles de euros materiales, a tocateja.

Ahora que Menorca concentra nuevas y numerosas galerías de arte hay que ser más conscientes que nunca de dónde está la frontera con los vendemotos. No sea que nos entre una duda profunda, como la que cuentan le asaltó a una competente trabajadora de la limpieza de una feria de arte moderno, quien lanzó la pregunta clave en estos casos: ¿esto lo dejo o lo barro?