Son muchos los problemas que está teniendo el equipo de gobierno socialista del alcalde Héctor Pons para gobernar la ciudad de Mahón. La verdad es que las dificultades aparecen por doquier y no se ve el modo de encontrarles una solución rápida y satisfactoria.
Hace pocos días amanecíamos con la noticia que las escuelas han tenido que cerrar las fuentes por la alta cantidad de nitratos contenidos en el agua que sirven. Asunto muy grueso porque de ellas beben los niños de Mahón. Más tarde nos enteramos de que unas grandes piedras se habían desprendido del acantilado de la ciudad y habían perforado un tejado de un conocido café del Puerto. A todo esto, le tenemos que añadir un deficiente cuidado y limpieza de la vía pública; y qué decir de la impotencia de no poder cumplir con la recogida de basuras puerta a puerta que la propia izquierda contrató desde el Consell en la pasada legislatura, hipotecando a los futuros gobernantes de la institución de la Plaza de la Biosfera. Ya sé que son normativas europeas, pero a veces hay que dar un golpe sobre la mesa y decir a los burócratas de Bruselas que no pasamos por ahí. Vamos a ver, España no es Suecia. En el país escandinavo puedes guardar las raspas de pescado una semana en tu casa en una bolsita y no pasa nada. En España si guardas las raspas del pescado fresco que te has comido hoy para sacarlo la semana que viene lo olerán hasta en Finisterre. Esto por no hablar de los grandes edificios de pisos cuyo servicio de recogida puerta a puerta se hace inviable. Por poner un ejemplo, la ciudad de Lérida gobernada por los socialistas ya ha renunciado al puerta a puerta. ¿Tanto cuesta tener un poco de sentido común? Los burócratas de la Unión Europea tienen que asumir que somos una organización política que abarca un inmenso territorio con casi 500 millones de personas y no todo se puede hacer en todos los países que la componen. Vamos a reciclar, claro que sí, pero con cabeza, con realismo. El dinero que tiramos con experimentos del doctor Bacterio es escalofriante. Qué difícil es ganar el dinero, con qué alegría nos lo birlan con los impuestos abusivos y con qué prodigalidad lo despilfarran algunos. España es a día hoy un estado confiscatorio. Impuestos de país rico y servicios públicos de país tercermundista.
Mahón necesita un giro copernicano como lo ha tenido Menorca y la Comunidad Autónoma de Balears recientemente. Se impone el sentido común, la gestión bien hecha, la administración de los recursos con cabeza. Administrar las instituciones con el espíritu de un cabeza de familia pobre y austero. Nunca antes los presupuestos municipales de Mahón habían sido tan altos, estamos sobre los 45 millones de euros, pero nunca antes habíamos tenido tanta inseguridad en la gestión de cosas fundamentales como el agua. El gobierno municipal hace agua, es evidente.
2 Cuál es la alternativa. Pues de momento aguantar, no hay otra. El ciudadano puede protestar. Los políticos que estamos en la oposición fiscalizar la labor de gobierno. No debemos dejar pasar la deficiente gestión que el equipo de gobierno está llevando a cabo. Mahón se merece mucho más, Mahón ha sido siempre una bonita ciudad con una gente pacífica, educada y culta que asume y entiende muchas cosas, pero Mahón está bajando a la vulgaridad de una ciudad cualquiera. No podemos permitir eso. Hay que despertar, hay que luchar para que Mahón vuelva a ser una ciudad de primera. Cantamos en el himno de Mahón que tiene una hermosa electricidad, nuestra ciudad fue pionera en Balears. En 1892 Francisco Andreu Femenías fundó la Eléctrica Mahonesa, primera fábrica de electricidad de Balears. Además, tenemos el Teatro de Ópera más antiguo de España, este año el Principal celebra su 195 aniversario. No hablaremos del Ateneo, del Orfeón y de tantas otras asociaciones y entidades que le dan a la ciudad la solera que merece. Es el empeño que los mahoneses hemos puesto en convertir la ciudad de Mahón en una ciudad en la que valga la pena vivir. Mahón, como el resto de poblaciones de la Isla, engrandece Menorca. Particularmente me siento orgulloso de cada uno de los pueblos de Menorca, todos aportan, todos aportamos grandeza a nuestra querida isla. Soy mahonés y siento un especial y comprensible orgullo por mi ciudad, pero por razones obvias me siento también muy santlluïser (el pueblo de mi padre), muy forneller, muy mercadalenc y muy ciutadellenc. Lo siento, no lo puedo evitar. He vivido historias muy bonitas en esos pueblos y ciudades de Menorca y se me va el corazón tras ellos como un chiquillo enamorado. Pero sería imposible no acordarme de los demás pueblos y ciudades menorquinas que me han robado el corazón, todos ellos están impregnados de esa menorquinidad que lo llena todo y todo lo embellece hasta tal punto que es imposible no amarlos.
El desafío ahora mismo es Mahón. La ciudad debe despertar, los mahoneses debemos, orgullosos de nuestra identidad, recordar nuestro pasado y nuestros ancestros para impulsarnos a un futuro prometedor que supere el anodino presente.
Como concejal de la oposición del Ayuntamiento de Mahón hago un llamamiento a los mahoneses para que no nos durmamos, para que seamos capaces de otorgar a nuestra ciudad y a nosotros mismos todo aquello que merecemos. Mahón no puede seguir arrastrándose por el fango de una administración sin alma, sin proyecto y sin vida.
Mahón y los mahoneses lo merecemos, vayamos a por ello.