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Los únicos que han estado a la altura de las circunstancias en la tragedia previsible y prevenible de Valencia han sido ciudadanos y entidades, convertidos improvisadamente en voluntarios y ONGs, con su ola de solidaridad desbordante que saca los colores a los gestores públicos. Sin olvidar a la UME y al resto de cuerpos de seguridad. Y la Universidad de Valencia, cuya decisión probablemente evitó más muertes. Cerca de 2.000 de sus alumnos residen en el área afectada.

Emociona el apoyo de la gente, sobre todo de la desplazada hasta la zona cero para abrazar a los golpeados y sumar esfuerzos para recomponer los destrozos, arremangarse y ensuciarse de barro hasta el último pelo. Los sujetos anónimos son los héroes. Muy oportunos. O los que siendo populares no han utilizado el dolor y la muerte en su beneficio. Porque no hay nada más repugnante que intentar sacar provecho propio del sufrimiento ajeno. A esos se les llama oportunistas, igual que lo son los políticos que buscan confrontación y rédito para escalar posiciones haciendo leña del árbol caído.

Me quería centrar esta vez en algunos influencers, garrapatas a las que el populacho ha enaltecido convirtiéndoles en millonarios por difundir estupideces, con la connivencia de marcas comerciales que buscan en los seguidores captación de clientes y recordándonos que nadie hace nada gratis. Digo algunos, con el adjetivo o determinante indefinido, para no caer en una injusta falacia de generalización apresurada. No incluyo en la bolsa a los admirados en la esfera digital por aportar conocimiento y utilidad.

Las actuaciones de los interesados, con fotos para subir a redes en las que posturean como si estuvieran dando la vida, no son aceptables. Si de verdad se quiere ayudar, no hace falta cacarearlo. Sólo es positiva su contribución para dar visibilidad al problema y difundir el SOS que sume apoyo, pero con la responsabilidad de lograr que la aportación llega adonde toca y buscar los canales adecuados para que la avalancha de generosidad no provoque un caos mayor. Nada de protagonismos. Y siempre respetando la privacidad de los damnificados, la intimidad de su hogar destruido, el llanto por sus pérdidas… Víctimas a las que no puede utilizarse para buscar la lágrima fácil e incrementar los likes.

Las donaciones silenciosas son las verdaderamente valiosas. Hay que diferenciar entre bondad y exhibicionismo. Igual que entre oportunos y oportunistas.