Nuestra historia es compleja y de vez en cuanto nos topamos con puntos de encuentro. En este caso el de dos cañones del 38,1 que servían en la posición artillera de Favàritx y que defendía en la distancia junto a la de Llucalari, el puerto de Mahón y su Base Naval reencontrados en Tarifa.
El Plan de Defensa de Bases se definió en 1926 con Primo de Rivera y se concretó con la compra de material Vickers de gran alcance, en el Reino Unido. Afectaba a las bases de Ferrol, Cartagena y Mahón. Por supuesta cláusula secreta, no se emplazaban -siendo material británico- en las proximidades de Gibraltar. A Menorca llegaron seis de estas piezas para ser emplazadas en La Mola y en las dos posiciones citadas, que se completaban como tales, con una batería del 15/24 de más corto alcance y otra antiaérea de 10/50 de tiro rápido. Todos conocemos los desembarcos de los Cañones con grandes grúas, los caminos abiertos y los ingentes trabajos del emplazamiento que prácticamente terminaron en 1936. El Coronel Juan Lorenzo Gómez Vizcaíno en su obra «Adiós a los Cañones» refiere perfectamente todos estos acontecimientos, entre los que también trata del traslado de las piezas de Favàritx en 1942 y su nuevo emplazamiento en la Bateria de Paloma Alta, sobre Gibraltar, cerrando el Estrecho.
Un reciente Congreso Internacional sobre Fortificación y Patrimonio Militar me llevó a Tarifa. Y entre una serie de buenos ponentes, surgió el tema de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. Quedaron claras las maniobras alemanas para «cerrar el Estrecho» a los Aliados, que complementado con el de Alejandría/Suez colapsaría toda posibilidad de movimiento de las escuadras aliadas, en aquel entonces la británica principalmente. La teoría de las dos puertas: Alejandría y Gibraltar. Y para cerrar el Estrecho, necesitaban el apoyo de España.
Los intensos trabajos preparatorios para la conquista de la base británica, realizados con la precisión y minuciosidad alemanas llevaron prácticamente todo 1940 en tanto las conversaciones a alto nivel presionaban a España para entrar en el Eje a cambio de recuperar el Peñón y ampliar sus posesiones en Marruecos a costa de Francia, además de un importantísimo apoyo económico en alimentos, combustibles y material militar.
España salía de una guerra y siempre sopesó la situación en que vivía su población, sobre las ventajas territoriales que le ofrecían. Y siempre quedará el interrogante: ¿si Alemania hubiese conquistado Gibraltar, hubiera cambiado el curso de la guerra? Lo cierto es que Franco resistió las presiones primero en Hendaya cara a cara con Hitler el 23 de octubre de 1940 y más adelante en Bordighera en febrero de 1941 ante Mussolini. Porque los contingentes alemanes estaban preparados e infiltrados y la fecha del ataque decidida para el 10 de enero de 1941. Lo demuestra exhaustivamente el profesor Alfonso Escuadra (1) apoyado en un profundo estudio de las actas del Estado Mayor y de la Cancillería alemanas.
Pero, en tanto se discutía políticamente la posibilidad de tomar Gibraltar, en tanto se sopesaban las reacciones británicas que podían afectar a las Islas Canarias, en tanto Alemania no mandaba las ayudas económicas prometidas, el Gobierno español, olvidando las clausulas secretas de 1926, fortificaba con todos los medios disponibles a su alcance el paso del Estrecho. Aquí es cuando decide trasladar unas piezas de Campelo Alto en Galicia al sur y ante las averías de prácticamente dos de ellas sustituirlas por las de Favàritx. Pensemos en lo que representaban aquellos movimientos y aquellos trabajos, sujetos a la presión del momento, que exigían mas que urgencias. Hablamos de tubos de 86 toneladas y demás elementos también de gran peso que se embarcaron en Mahón en el «Castillo de Figueras» rumbo a Tarifa a mediados de julio de 1942. En agosto ya estaban en sus emplazamientos. Hay que destacar en todo este complejísimo proceso, la figura del Comandante de Artillería Carlos Parallé, que dirigió el desartillado de Favàritx, el transporte y el nuevo emplazamiento de las piezas procedentes de Menorca en Paloma Alta.(2).
Penetrar en sus entrañas, sacarse una foto en el exterior, tocar su frío acero, era acercarse a una cruel Guerra Mundial en la que gracias a Dios y a un responsable Gobierno no entramos y era sentir un trozo de nuestro Favàritx, trasplantado a una zona más en peligro como era el Estrecho.
Vivimos de vivencias.
(1) «Objetivo Gibraltar» Fundación Don Rodrigo. 2021.
(2) «Los Vickers de 381/45 mm.» Cesar Sánchez de Alcázar. Galland 2010.