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Me agrada recrearme en aquella calle de S’Arravaleta, comercios uno junto a otro. El Imperial, al que apenas tengo en mi mente, sin embargo mi memoria    guarda aquel local convertido en el Mesón, el hijo mayor de Dº. Ramón Bustamante del hotel más importante en aquellos momentos, al frente del mismo. Es posible que algunos comenten que el mesón era punto de encuentro de gente bien; mas me atrevería a decir que allí acudían los jóvenes del momento, empleados de banca, oficinas, encargados de fábricas y también los conocidos por «hijos de papà». Otro grupo eran los propios padres y matrimonios con buena situación. Hace años allí    se encuentra la Banca March. Siendo yo una menor, escutriñaba aquel punto desde una de las ventanas de las oficinas de Teléfonos, acompañaba a mi padre y mientras él se encontraba en una cabina, esta servidora no se cansaba de observar cuanto sucedía en el Mesón.

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Enfrente en lo alto de la famosa barbería Cas Gomilas se encontraba en el 1º piso el despacho u oficinas pertenecientes a la Telefónica. Cinco preciosas jóvenes atendían a un público deseoso de poder hablar, vía teléfono con otras personas de la península, ciudades de Menorca y vaya usted saber. Lo que sí sé es el trabajo que conllevaba a las señoritas sentadas frente una especie de mesa de despacho (más bien se podría decir una especie de tabla) y enfrente    un panel con muchos agujeros y cables por doquier. El cliente pedía que se le pusiera comunicación, con tal número de la población deseada, siendo atendido. De ser posible el poder hablar , el cliente ocupaba una de las cabinas    conocidas como locutorio, existentes en aquel lugar, se cerraba con puertas de cristal, ofreciendo cierta intimidad al lograr concesión con la persona deseada. Por supuesto que aquel trabajo no era fácil, exigía mucha paciencia, amén de educación, no debo olvidar algún personaje exigiendo ser atendido inmediatamente, sin aceptar la cola que a veces se producía.

Siendo una niña acudí acompañando a mi padre, usuario de aquel servicio. En los años 1998 ó 99 dediqué una xerradeta explícita acompañada de fotografías de las «telefonistas» del momento, Carmen Pons Pavia y Carmen    Carreras Camps, ambas fallecidas, y Montserrat Vidal Mora. Es probable que se encontrase alguna más, ha transcurrido tanto tiempo que he perdido la andadura de aquel grupo, con la única que    tuve el placer de hacer una xerradeta fue con    Mª. Luisa Juan Villeira, mujer encantadora, siempre lo ha sido. Añadir que coincidimos en uno de los bancos de Sa Ravaleta, frente al edificio al que hago referencia, donde ella fue una más del grupo de las llamadas telefonistas.