«Creo en la libertad, la justicia y la democracia, valores que van de la mano o no van», decía Serrat en su entrañable discurso al recibir el premio Princesa de Asturias de las Artes.
Estos valores, pilares de nuestra convivencia, son pisoteados por aquellos que, irónicamente, utilizan la democracia para socavarla, como también destacó en su discurso Michael Ignatieff, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.
Poco a poco se rompe el consenso de la Constitución y perdemos calidad democrática. Politizar el Consejo de Estado, el CIS, el Banco de España, la SEPI y otros organismos, colocando al frente de estas instituciones a personas afines al partido del Gobierno, no debería considerarse ni siquiera planteable. Además, nombrar un consejo de administración para el ente público RTVE que se alinee con el bloque que actualmente gobierna debería encender las alarmas en la sociedad.
Pero esto va a ser posible gracias a la decisión del presidente del Gobierno. Sirviéndose, una vez más, de un decreto del Consejo de Ministros, cambia la forma de elegir a los consejeros de RTVE. Recordemos que los decretos se reservan para situaciones tan urgentes que no pueden esperar, pero este Gobierno lo ha adoptado como forma habitual de conducta, olvidando el consenso que tanto prometió fomentar.
Hasta ahora, se elegían 4 consejeros con el consenso del Senado y 6 con el del Congreso. A partir de ahora, el Congreso eleva su elección a 11. No se cuenta con los profesionales de la radiotelevisión pública, ni con los sindicatos, ni hay un concurso de méritos. Es una absoluta arbitrariedad de la que ya se ha hecho eco el Consejo de Informativos de RTVE, que rechaza este decreto.
No sé si usted recordará cuando el Gobierno buscaba un acuerdo con el PP para renovar el Consejo de RTVE al tiempo que reivindicaba la normativa europea que exige despolitizar los medios de comunicación públicos y garantizar su independencia del poder político. Pues bien, este decreto logra justamente lo contrario.
RTVE se define como una empresa pública independiente del Gobierno, cuya propietaria es la SEPI. La forma de elección ahora depende del Ministerio de Óscar López (exjefe de gabinete de Sánchez), quien sostiene que en el Congreso de los Diputados hay una gran pluralidad porque así lo han querido los españoles. ¡Justo igual que se eligió el Senado, señor mío, y lo están ninguneando!
Los consejeros de RTVE no deben ser representantes de los partidos políticos. Deberían ser personas elegidas por su reputación y prestigio, no por ser de uno u otro partido. De otro modo, nunca será una televisión y una radio independientes.
Sin embargo, lo que más me indigna es cómo cambian de opinión y cómo los políticos van moldeando su narrativa según les conviene, algo que me provoca una profunda desafección hacia la política. En 2012, Rajoy promulgó un decreto para modificar la forma de elegir al presidente de RTVE, exigiendo mayoría absoluta. Entonces, Óscar López dijo (cito textualmente):
«Quieren controlar la televisión de todos, la televisión pública, y acaban de asestar un golpe de mano hoy que sencillamente es intolerable… vuelven a la televisión de Partido».
El Gobierno se defiende de este nuevo cambio de opinión alegando que hay comunidades gobernadas por el PP que tienen mayorías para sus televisiones autonómicas. ¡Vaya admisión de su propia inmundicia! ¿Dónde está la regeneración prometida?
Pedro Sánchez, en su investidura, defendió que su gobierno sería un muro de progreso y convivencia contra las derechas, es decir, levanta un muro entre los españoles y discrimina al cincuenta por ciento de la nación. La constatación es que los consejeros de RTVE dejarán de ser representativos de un consenso y pasarán a ser representativos del bloque de la mayoría, marginando a la minoría parlamentaria (que no social). Esto representa un cambio profundo que probablemente se repetirá en otras instituciones y en todos los cargos pendientes de ser nombrados.
Quizás, si Junts, ERC y Bildu logran asiento en RTVE, se llegue a un acuerdo sobre los Presupuestos Generales del Estado. ¿Y esta es la regeneración democrática?