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La figura del papa Francisco, sentado en su silla de ruedas y dirigiendo su emotiva mirada hacia la tumba del que fue rey de los belgas desde 1951, cuando contaba 20 años de edad, hasta su muerte súbita que ocurrió en España el 31 de julio de 1993. Su existencia marcada por un sincero fervor cristiano, su conciencia de ser rey por vocación y su preclaro testimonio sobre la vida humana como maravilloso don de Dios , es lo que sin duda movió al Papa a manifestar su admiración hacia el rey Balduino acudiendo a venerar su sepulcro sin que hubiera estado prevista de antemano esta manifestación.

Esta reciente acción del Santo Padre pone de manifiesto que él como Pontífice de la Iglesia destaca la oportunidad de    fomentar el desarrollo del proceso de canonización de Balduino. Por todo ello me parece oportuno presentar algunos datos sobre el ejemplar y emocionante testimonio    de su vida.

Nació Balduino el 7 de septiembre de 1930, año en que se celebraba el centenario de la independencia del país y la instauración de la monarquía de Bélgica. Sus progenitores fueron el    rey Leopoldo III y su esposa la reina Astrid, hija de la familia real de Suecia. Esta joven muy amable consiguió despertar un gran afecto por parte del    pueblo de los belgas. Fue madre de Josefina Carlota (1927), Balduino (1930) y Alberto (1934). Los años felices de esta familia no perduraron mucho tiempo, puesto que el 29 de agosto de 1935 murió en un accidente del automóvil que iba conduciendo su esposo, sufriendo ella un terrible golpe en la cabeza chocando    con el tronco de un árbol.

Con este desgraciado acontecimiento Balduino, que aún no había cumplido los cinco años    de edad quedó marcado por una propensión a la tendencia, que no le impidió, sin embargo, desarrollar un carácter de responsable seriedad que propició su empeño en obtener una buena preparación para la misión a la que estaba destinado. También los tristes sucesos de la segunda guerra mundial con la ocupación de Bélgica por el nacismo desarrollado en Alemania durante cuya situación    Leopoldo III trató con buena voluntad de actuar en favor de su pueblo, permaneciendo en su reino, mientras que su familia hubo de buscar refugio en el extranjero, y cuando pudieron regresar a su país fueron llevados como cautivos a Alemania. Al finalizar la guerra se produjo una diversidad de pareceres respecto de la actuación del rey en Bélgica durante la ocupación alemana, problema político que se aplacó con la propuesta de que Leopoldo III traspasara el mandato a su hijo Balduino, lo cual se hizo efectivo el 16 de Julio de 1951.

En el decurso de su reinado Balduino, gracias a su experiencia y a su capacidad de diálogo, sin renunciar a la fidelidad cristiana que le caracterizaba, consiguió ser apreciado y obtener en lo posible apreciables resultados. Muy significativas resultan unas palabra suyas pronunciadas en Francia ante el general De Gaullle, donde se expresa así: «La ciencia puede hacer desaparecer las distancias y recorrer los espacios, pero es incapaz por sí misma de hacer caer un prejuicio, de llevar al hombre a dar la mano al hombre, de crear entre ellos lazos duraderos y de aportarles razones para vivir. Sin embargo, hoy como ayer, los hombre necesitan para vivir, plantearse el sentido de la vida, personal y colectiva, Los que han optado por las arenas movedizas del relativismo no pueden ofrecer una respuesta válida a estas cuestiones vitales. Francia está profundamente convencida de esta primacía de lo espiritual sobre lo técnico. La grandeza de vuestro país a través de la historia, señor Presidente, le viene de haber guardado el culto de los valores esenciales que están a la base de nuestra civilización y que son la herencia del cristianismo».

Un muy feliz apoyo a la vida y la labor vocacional que experimentó el rey como una vocación bien asumida resultó su matrimonio con una española de distinguida familia, doña Fabiola de Mora y Aragón, ahijada de la esposa de Alfonso XIII la reina Victoria Eugenia. Se ha comprobado que el rey Balduino efectuó esta elección apoyándose en su muy confiada y habitual experiencia de la oración. También se ha sabido que su presencia en el santuario de Lourdes tuvo que ver con los primeros encuentros    de estos novios. Los belgas acogieron con gozo el matrimonio de su rey y manifestaron una constante simpatía hacia la reina Fabiola.

Es muy digna de admiración y el Papa Francisco ha elogiado vivamente la actitud ejemplar del rey Balduino, el cual para no firmar la introducción del aborto presentó la dimisión de su regia autoridad, que después le fue devuelta, gracias al aprecio que Bélgica sentía hacia la persona de su rey.