Testimonio a una gran mujer de davall sa plaça. Rita Morlá Ameller, nacida el 9 de octubre el 1914 en Alaior, cumpliría 114 años. Hija única de Gabriel Morla, ‘en Bep Salprim’, y Guida Ameller. Al mes se trasladaron a Mahón, tiempos difíciles, no en vano sus padres se propusieron que fuera al colegio hasta cumplir los catorce años. El cabeza de familia vendía cacahuetes en las puertas de los cines, alternándolo como zapatero de banqueta; su madre arrimaba el hombro, trabajaba de criada y aprovechaba algún jornal per ses cases.
De jovencita trabajó en casa Almirall en la calle Roig, un afamado industrial de la baquelita, participó con el elenco del Orfeón Mahonés, según me contó su hija Lola. Se casó con Pedro Mir Pons en 1937, matrimonio que alcanzó 62 años, toda una vida. Su primera etapa matrimonial la pasaron en el predio de S’Estància Alta mientras Perico estaba militarizado.
Transcurrió la guerra, aparcando penurias, separaciones y demás; Riteta, como se la conocía, mujer decidida, con infinidad de iniciativas, montó un kiosco davall sa plaça.
En 1944 emprendió su odisea empeñada en ganar un dinero para ayudar a los suyos, eran tiempos de escasez, mas ella, demostrando ser polida y esmerada, colocaba sus productos adecuadamente, vaciando sacos de los payeses dets horts de Cala en Porter o de Sant Lluís i es Puntarró. La imagino con un trapo entre sus manos intentando darles color y brillo a los frutos que exponía.
Aquella mujer de estatura més bé petita, tal como ella misma solía expresarse estaba «xiflada» de sus 4 hijos: Biel, al cel sia, que tanto la ayudó en aquel puesto del mercado; José, que hizo lo propio, Lola y Lluís. Los pequeños de la casa también aprendieron de los hermanos mayores.