Escritor y maestro de periodistas, Ryszard Kapucinski es autor de frases tan rotundas, que cada una por sí misma ya es un artículo.
Afirma, el reportero que fue condenado a muerte en cuatro ocasiones, que las malas personas no pueden ser buenos periodistas, los necios no sirven para este oficio y que el periodismo no debe olvidar nunca su responsabilidad ética. Esta última afirmación constituye el hilo conductor de las dos intervenciones, hoy en Menorca, de la presidenta de laAssociació de Periodistes de les Illes Balears.
Ángeles Durán, profesora y coordinadora del grado de Periodismo en el CESAG de Palma, debatirá con los socios del Cercle d’Economia de Menorca los retos y desafíos del nuevo periodismo, y esta tarde, en el Ateneu de Maó, pronunciará una conferencia sobre ‘Periodismo y posverdad’. En ambos encuentros, habrá que estar muy atentos a las preguntas y las respuestas de quien forma parte del cuadro docente de la Universidad Pontificia Comillas.
Durán –que compagina su vocación periodística con la docencia, y al mismo tiempo se afana en conciliar la vida familiar con la presidencia de la APIB– advierte que un medio o un periodista pueden manipular y faltar al principio de veracidad.
Desde la autocrítica subraya que se puede ejercer un mal periodismo. Involuntariamente o con dolo. De ahí la importancia que quien ejerza esta profesión, tan incomprendida como denostada, sea diligente, responsable y comprometido. Y para ello hay que plantear y fijar unos límites, pero siempre desde la autorregulación; que se establezcan desde los ámbitos profesionales.
En caso contrario, la injerencia política es un riesgo para la libertad de prensa, este bien escaso e imprescindible para garantizar la democracia y el derecho a la información. Como escribe Kapucinski, mentor, «si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse en parte de su destino».