El impuesto sobre las estancias turísticas subirá entre junio y agosto y se reducirá durante la temporada baja, diciembre, enero y febrero, mientras que el resto del año seguirá igual, entre 1 y 4 euros dependiendo de la categoría del establecimiento. Así se anunció en el debate de política general del Govern en el Parlament, junto con otra propuesta, la de permitir a los baleares desgravarse la ecotasa en su declaración de la renta. Ambas ideas tienen que concretarse e incluirse en un próximo decreto de medidas contra la saturación turística.
La posibilidad de desgravarse el impuesto pagado en hoteles, albergues u otro tipo de alojamientos cuando nos movemos en nuestras propias islas es positiva, puede que la cantidad sea desdeñable para quienes la critican pero nada lo es para el contribuyente medio. Ya que sería discriminatorio eximir a los residentes de la ecotasa, es justo que la hacienda autonómica utilice su capacidad para resarcirles. No es cierto que los baleares raramente veraneemos en la comunidad, por el contrario, es habitual –y deseable–, hacer escapadas al resto del archipiélago, o desconectar un fin de semana en un hotel de la propia isla. Además de que muchas estancias en Mallorca se deben a otras razones que no son de ocio, como la formación, el trabajo o la salud. Si el gravamen por viajar en la propia comunidad se alivia, bienvenido sea.
Lo que ya no parece tan claro es que el incremento del impuesto en los meses punta vaya a ser eficaz contra la masificación. Esas fechas no son elegidas por la mayoría en función de un tributo, sino por las circunstancias laborales y los periodos lectivos cuando se trata de familias con hijos, sobre todo en lo relativo al turismo nacional. Por contra, pagar menos en febrero es difícil que incentive a viajar a Menorca, sobre todo porque aquí apenas tenemos vuelos, como tampoco el aumento de la cuota frenará la llegada en agosto a los alojamientos ilegales, en economía sumergida y fuera de control.