La televisión pública, que nos cuesta la friolera de 1.500 millones de euros cada año, no ha de ser divertida, aspirar a audiencias millonarias ni competir con la bazofia de los canales privados. Es un servicio público y debe limitarse a informar y difundir asuntos de interés nacional, con rigor y seriedad. Si su audiencia se va al garete, pues no pasa nada. Habría que recortar los sueldos estratosféricos a las estrellitas de la pantalla y dejar en plantilla a los profesionales solventes, técnicos y periodistas. Pero, ay, el inmenso poder que tiene la televisión seducen a las alturas políticas y desde allí se dan órdenes de manipular a la opinión pública, intentar camelarla con programas de moda y arrastrar a la audiencia en ridículas competiciones por ver qué presentador es más estrella que el otro.
El rayo verde
Milicianos
29/09/24 4:00
También en Opinión
- Residentes que viven en urbanizaciones de Menorca todo el año: «No lo cambio por nada»
- Un restaurante de Menorca, entre los 100 mejores de España
- Un coche salta la valla protectora y vuelca sobre la vegetación en la 'general' a su paso por Alaior
- Que el rechazo que entre algunos ciudadanos ha generado el sistema de recogida de residuos...
- Un amor de verano para rendir tributo a Menorca