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Cuando, y de ello hace ya algunos meses, nuestro amado líder habló de «regeneración democrática» todos supimos a qué se refería. Le faltó añadir la concentración de los partidos en un «partido único» para así favorecer la unidad de los españoles, pero no. ¿Será ese el kínder sorpresa del «manual de resistencia»?

El primer paso de la mal llamada «regeneración» ya se ha dado. El Consejo de ministros, ministras y ministres ya ha aprobado su plan. Un plan que abarca de todo y más. Y de todo y menos. Nada dice de las incompatibilidades de la presidenta consorte o del consorte de la presidenta. Vamos que no se regenerarán.

Que todos pensemos igual es una tarea ardua difícil, por no decir imposible.    Menos difícil será el que todos, todas y todes actuemos de igual forma. Está claro que para conseguir lo segundo se necesitarán mecanismos que no se contemplan ni en la Constitución ni mucho menos en el actual concepto que se tiene de la democracia.

La historia nos ha dejado el triste testimonio de algunos demonios que se han aprovechado de la benevolencia de la democracia para beneficio propio. Y no voy a referirme a Maduro y demás idolatrados líderes para no levantar ampollas en este camino de tanta hipocresía. Tampoco me referiré a los años treinta de la España revolucionaria, tampoco quiero levantarlas en este tema tan propio. Solo con mirar de reojo al Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes que desgraciadamente llegó al poder de forma legal y democrática, queda todo dicho.

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La democracia es un sistema endeble y por ello necesita de unos mecanismos que la defiendan. Más que «regenerarla» lo que necesita es de un plan que la «refuerce». En la escuela de verano que el PP celebró en 2014 en el Escorial ya trataron la «regeneración democrática». Diez años después le toca al PSOE. Sin duda son proyectos distintos.

Por un momento pensé que el gobierno del marido de Begoña se estaba haciendo el harakiri. ¿De verdad prohibirán los bulos y las noticias falsas?

Algunos dirán que lo que pretende Sánchez es el control de los medios de comunicación. Y nada le ayuda la información que ha trascendido en los medios sobre las exigencias a gritos que años atrás hizo él, como secretario general del PSOE, a «El País» para que cambiaran un titular al considerar que «no ayudaba a la causa». Y no se le hizo caso. Lo siguiente ya se sabe. Ganó la moción de censura, asumió la presidencia del Gobierno y algunos directores y directivos del medio de comunicación fueron cesados.

Tal vez, antes de «regenerar» medios deberíamos por empezar a «regenerar» personas.

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