la columna
Contradicción insoportable
A pesar de que, cuando te enfrentas a una novela, estimulas la imaginación, nunca puedes superar a la realidad. Por ejemplo, nunca se me hubiera ocurrido un relato, donde un ser humano -sobresaliente cum laude en mentiras- se proclamara a sí mismo como caudillo luchador contra la mentira. Ni siquiera es surrealista, porque está ocurriendo en la realidad, y tampoco fantástico, ya que es una contradicción de libro, un absurdo impensable. Algo así, como si el director general de las industrias cárnicas más importantes del país se proclamara líder de los vegetarianos o, mejor aún, para que la incoherencia resultara más ostentosa, vegano fundamentalista. O como si la celestina de la casa de putas más visitada de la ciudad, presidiera una asociación dedicada a luchar contra la lujuria y fomentar la castidad. O como si el presidente de una Asociación Pro Vida, fuera el dueño de una clínica especializada en abortos.
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