TW

En la novela «1984», George Orwell, crea cuatro ministerios: el Ministerio de la Verdad, el Ministerio del Amor, el Ministerio de la Paz y el Ministerio de la Abundancia, como instrumentos de un régimen totalitario diseñado para ejercer un control absoluto sobre la sociedad.

Cada ministerio se dedica a una función específica que, irónicamente, contradice su nombre. Así tenemos que, el Ministerio de la Verdad manipula la información; el Ministerio del Amor fomenta el odio; el Ministerio de la Paz perpetúa la guerra y el Ministerio de la Abundancia genera escasez.

Aunque estos elementos son ficciones distópicas, se pueden establecer paralelismos preocupantes con la política del gobierno de Pedro Sánchez en España.

Empezando por el Ministerio de la Verdad diremos que en la obra «1984», el Ministerio de la Verdad altera y destruye documentos históricos para alinear el pasado con la narrativa oficial del presente. En el contexto español, bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, esta acción se ha convertido en una práctica habitual, en su quehacer diario, en la gestión de la información y comunicación del actual gobierno.

El ejemplo más claro lo tenemos en la ley manipuladora y sectaria de «Memoria Histórica y Democrática», donde se reescribe el relato histórico en base a mitos falsos y suprimiendo hechos de persecución tortura y muerte, perpetrados por el frente popular en la retaguardia, presentando, a los del «frente popular», como luchadores por la democracia, la igualdad y la república, mientras demonizan al «bando nacional», presentándolos como antidemócratas, fascistas y criminales

Por su parte, el gobierno de Sánchez destina una ingente cantidad de recursos económicos y humanos, desde la factoría de la Moncloa, a combatir lo que ellos llaman la desinformación, convirtiendo dicha práctica en una herramienta de censura. Ello permite al gobierno controlar qué información es considerada «verdad», lo que recuerda a la función del Ministerio de la Verdad de Orwell.

Pasemos ahora a hablar, del Ministerio del Amor. En la novela este ministerio se encarga de la tortura, el adoctrinamiento y el control total sobre los individuos, asegurando la lealtad absoluta al Partido. Aunque no hay equivalentes directos en una democracia como la española, ciertos aspectos del gobierno de Sánchez sí muestran algunos intentos de centralizar el poder y silenciar la oposición.

Un ejemplo lo tenemos con la reforma del Código Penal, para incluir como delito la «exaltación del franquismo» y la modificación del delito de «apología del terrorismo». De tal suerte que estas reformas podrían ser utilizadas para perseguir a aquellos que expresan opiniones contrarias al gobierno, lo que recuerda al adoctrinamiento y la represión de disidencia aplicada por el Ministerio del Amor.

En cuanto a las funciones del Ministerio de la Paz, Orwell nos describe este como el encargado de perpetuar un estado de guerra constante, para mantener la cohesión social y justificar el control total del Partido. Es verdad que, afortunadamente, España no está en guerra, pero las políticas de seguridad y la gestión de crisis bajo el gobierno de Pedro Sánchez pueden ser interpretadas como mecanismos para consolidar el poder.

Un ejemplo son las reformas de la ley de seguridad nacional, que otorga al gobierno un amplio margen para declarar situaciones de crisis y tomar el control de recursos privados y públicos. Pues bien, esta ley, puede servir de estrategia para mantener a la población en un estado de alerta y justificar medidas de control más amplias, similar a cómo el Ministerio de la Paz perpetúa la guerra en «1984».

Por último, entramos en el Ministerio de la Abundancia, encargado de la distorsión económica y de fabricar una realidad ficticia según el interés del gobierno, de tal suerte que, en la novela «1984», se crea una ilusión de prosperidad en una sociedad que en realidad sufre de escasez y pobreza. De manera análoga, el gobierno de Pedro Sánchez ha creado una «realidad económica fabricada», a través de políticas que parecen prometer más de lo que pueden cumplir. Lo hemos visto en la promesa de construcción de viviendas, en la reducción de la pobreza, en los costes de energía y de alimentación, entre otros. La realidad es que el nuevo parque de vivienda pública brilla por su ausencia, los niveles de pobreza infantil y exclusión social se han incrementado escandalosamente en los últimos seis años. También el coste de la cesta de la compra que ha sufrido un incremento de más del 23 por ciento.

Por su pare también es real que la expansión del gasto público sin reformas estructurales significativas nos lleva a una situación económica ya hoy insostenible, después de haber creado la falsa ilusión de abundancia de recursos públicos. Además, la presentación optimista del gobierno sobre la recuperación económica, contrasta con la realidad de muchos ciudadanos que siguen en situación de precariedad y pobreza, según los últimos indicadores de los propios organismos del estado, como son las estadísticas que al respecto realiza el INE.

En definitiva, la realidad es que este gobierno no aborda los problemas fundamentales de la economía española, principalmente la precariedad laboral y la insoportable tasa de desempleo juvenil. De ahí que, la «realidad fabricada» por el gobierno nos recuerda al manejo de la economía por el Ministerio de la Abundancia descrito por Orwell, cuyo objetivo no es otro que distorsiona los hechos para mantener el control y evitar el descontento social.

Como vemos, aunque España es una democracia y no un estado totalitario como el descrito en la novela de «1984», los paralelismos entre los ministerios de Orwell y algunas de las acciones y actuaciones del gobierno de Pedro Sánchez nos demuestra como su política está centrada en la manipulación de la información; el control social; las políticas de falsa seguridad y la distorsión de la gestión económica, convirtiéndose en herramientas, que cuando no se manejan con transparencia y respeto a las libertades, se acercan peligrosamente a las prácticas de control descritas por Orwell, hasta desembocar en una real e insoportable autarquía.