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Quizá el señor Edmundo González, candidato opositor a Maduro exiliado en España y probable vencedor de las elecciones, debería ser presidente legal de Venezuela. Pero resulta que como todo el mundo puede ver, no lo es. Por trampas, juego sucio y maniobras antidemocráticas, pero eso, con ser injusto, no cambia la realidad de que obviamente no es presidente, sino un exiliado político. La historia está llena de casos así, y de reyes que no sólo perdieron la corona ilegalmente sino también la cabeza, porque la realidad casi nunca es la que debería, ni la que nos gustaría, sino precisamente la que es. Quien no esté de acuerdo puede protestar, denunciarlo o quejarse con razón, pero no tiene sentido simular que la realidad es otra, en la que el señor Edmundo González es presidente, y como tal hay que reconocerlo. Para reconocer oficialmente semejante ilusión hay que escenificarla, y eso es lo que hizo el PP con una votación en el Congreso de los diputados.

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Escenificar es una categoría superior de falsedad, y no busca propalar algunas mentiras, sino construir una realidad alternativa y paralela cuando la existente no nos gusta. Ya hicieron lo mismo hace años con el señor Guaidó, al que en el colmo de la irrealidad reconocieron (proclamaron) presidente de Venezuela, y por idéntica razón. Era injusto que no lo fuese. Como si eso, la justicia o injusticia, le hubiera importado nunca a la realidad. Esta vez el Gobierno, y también la UE, se resisten a escenificar tamaña falsedad ahora que las noticias falsas tienen tan mala prensa, pero como al parecer a la mayoría de diputados en el Congreso, nuestros representantes legislativos, les trae al pairo la realidad tanto si es nacional como internacional, y de lo que se trataba en este asunto era de desgastar al Gobierno, reconocieron pomposamente, y con autoridad parlamentaria, esa ficticia presidencia del señor González. Sí, las ficciones se pueden imponer por votación. Y tras este ejercicio de rigor democrático, se quedaron la mar de contentos. Escenificaron una realidad (mundial) en la que Edmundo González, fugitivo de la corrupta justicia de su país, es presidente de Venezuela. Notición. Prodigios de la escenificación.