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Queridos coetáneos. Dirijo esta cordial epístola a los votantes del PSOE (actual) con respeto y procurando alejarme del tono irónico con el que suelo adornar mis artículos.

En primer lugar manifiesto mi convicción de que cada cual está en su derecho de votar a quien le plazca. Yo así lo hago.

Muchos familiares y amigos míos votan al PSOE y no por ello pierden mi estima.

Sin embargo pienso que no están bien informados (perdónenme el atrevimiento). Creo que si supieran la verdad, se sentirían incómodos con su fidelidad al actual PSOE. La versión que conocen por los canales subvencionados («El País», RTVE, la Sexta etc) tiene gran sesgo. Esto se debe a que su bienestar económico depende (como el del Fiscal General) del presidente. No pretendo afear la conducta de los periodistas. Nadie se prostituye por gusto. Hay que pagar la hipoteca. Es comprensible, pero es algo que el ciudadano debe tener en cuenta a la hora de buscar información.

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Sin duda los aludidos pensarán que soy yo el mal informado, pero sin ánimo de caer en la soberbia les aseguro que no soy ni un hater, ni un derechista extremo (ni siquiera medio) ni un traga conspiraciones. Soy más bien alguien no adscrito a ninguna ideología de obligado cumplimiento e interesado en conocer lo que sucede. Detesto la mentira, el engaño, la falta de ética. En política la mentira es desgraciadamente la herramienta que manejan con mayor maestría los mediocres personajes que llegan a la cima de esa pirámide. Y la falta de ética su divisa.

Suelo dudar de casi todo (la realidad es sumamente polifacética), pero, tras innumerables evidencias, no albergo ninguna duda sobre la existencia de deplorables irregularidades que emborronan al actual presidente del gobierno, a su esposa, a su hermano, a su ex mano derecha y a otro nutrido grupo de miembros de su partido. También sé que por desgracia, este no es el único personaje (ni partido) que aprovecha el poder para vivir muy bien a costa de que nosotros vivamos algo peor. Todos los partidos nos toman el pelo. Sobre este punto no tengo ninguna incertidumbre.

Sí intuyo en cambio que muchos votantes del actual líder prefieren ignorar los evidentes engaños perpetrados, imagino que en parte por la incomodidad que supone reconocer que te toman el pelo y en parte porque la alternativa, un tal Feijóo, da cierto repelús. Mi convicción es que nada justifica dar apoyo a quien te viene engañando continuamente, ni siquiera el comprensible rechazo que te produzca la alternativa. Creo que si el votante castigara al trilero, nuevos inquilinos del poder no se sentirán tan tentados a engañar con el descaro que a diario observamos, como con certeza harán si constatan que la burla no tiene consecuencias. Yo lo definiría como «efecto llamada a la tomadura de pelo» a que induce la impunidad manifiesta, fruto del hooliganismo del fan incondicional.

Por supuesto respeto a quienes tienen una sensibilidad socialdemócrata, no obstante les confieso que no considero al actual inquilino de la Moncloa como alguien comprometido con la justicia social, la igualdad de oportunidades, la separación de poderes… No encuentro nada progresista en mantener miles de asesores con unos sueldos astronómicos o eurodiputados cobrando unas veinticinco veces lo que gana un obrero medio, mientras muchos pensionistas tienen que sobrevivir con 500€ al mes. No reconozco ningún afán de justicia progresista en hacerse el sueco con el tema de Maduro en Venezuela, un dictador que tortura y encarcela al puro estilo Pinochet. Estoy seguro que usted, que tiene principios nobles no cometería tales (y muchas otras) incongruencias. Mi humilde petición es que intente informarse con mayor rigor (entérese por ejemplo de que con sus impuestos está costeando compañía -a 1.500€ diarios- a algún exministro caradura); no apoye a quienes abusan con descaro de su buena fe y le exigen que esté dispuesto a aplaudir cuando digan blanco y también cuando (a la vuelta de la esquina) cambien a negro. Es humillante y peligroso. Un líder envalentonado y cargado de poder puede hacer grandes estropicios (como se puede comprobar).