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El ovillo entre mis manos, la labor a medio empezar, mientras tanto entre el hilo que me llega, mil pensamientos se entremezclan, es probable que para muchos no tenga importancia, también de ello estoy segura, mas me agrada esclarecer, a pesar que más tarde alguien no esté satisfecho o conforme, de ser así, pido mil perdones.

Leí en «Es Diari» del homenaje a una gran mujer alemana afincada desde hace casi 50 años en esta isla que la acogió. ¿Cómo no? Ella nos enseñó muchas cosas a estilizar el cuerpo, a ser algo más coquetas, que debemos andar con soltura y sin miedo pasear el porte que a cada una nos ha tocado en suerte y a la vez admirarla, como gran bailarina de ballet que fue y gran gimnasta.

Ella, Ute Dalh, merecedora de cuantos palmarés se le ofrecen, hoy junto a su hija Janine, niña que fue admirable y continúa siéndolo tomando el relevo de aquella escuela de danza que en un principio se inició en la calle de las Moreras de Mahón. Años después se trasladó a la de Virgen de Gracia, deseándole que pueda continuar en la brecha, cerciorándonos que la actual maestra, a decir verdad, también dispone del buen hacer de su querida madre.

Discúlpame querida Ute si a día de hoy jamás te llamo, con el pesar de coincidir muy poco, pero deseo que se sepa que en mi alfiler, el imperdible, te llevo enganchada junto a las personas que jamás he de olvidar.

Con cariño.