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El Destacamento Aéreo «Paznic» lo componen 8 cazas F-18 de las Alas 12 (Torrejón) y 15 (Zaragoza) más apoyos del Ala 46 y de otras unidades de nuestro Ejército del Aire, desplegados en la base rumana Mihail Kogalniceanu, próxima a la ciudad de Constanza.

La región invita al turismo por su historia y por su privilegiada situación sobre el Danubio, pero como dice el Teniente Coronel Rafael Ichaso que manda los 150 efectivos del Destacamento: «a 140 kilómetros de nuestra base se vive una cruel guerra». Y cuando le pido comparar esta misión con la desarrollada en Lituania contesta: «la Policía Aérea del Báltico con el pasillo que une Bielorrusia con la base rusa de Könisberg es importante, pero aquí es completamente distinto; a no muchos kilómetros, se viven otras situaciones más serias, con lo que el nivel de responsabilidad es más grande».

«Paznic» se hizo cargo el 1 de agosto de la misión que realizaban 6 Eurofighter británicos y 7 F-18 finlandeses, estos últimos que por primera vez desplegaron bajo el paraguas OTAN. Mayor responsabilidad, porque ciertamente Rumania y Ucrania tienen frontera común y últimamente (2 de agosto) han vivido episodios preocupantes cuando drones rusos sobrevolando territorio rumano impactaron en la zona del puerto fluvial de Tulcea y en la aldea de Plauru, inmediata a la frontera. El ataque ruso a los puertos fluviales ucranianos es corriente, pero las acciones en territorio de un miembro de la OTAN desde 2007, aun por error, pueden tener consecuencias imprevisibles. Rumania lo vive y en las proximidades de la zona de guerra su población se siente en peligro tanto física como psicologicamente. El Gobierno de Bucarest, consciente de este peligro, ha decidido estos últimos días proporcionar un sistema Antiaéreo «Patriot» a Ucrania. Además contribuye a la defensa de su propio espacio aéreo y a la cobertura aérea OTAN, con aviones F-16 desde su base de Fetesti ubicada a 60 kilómetros de Constanza.

Me habla Ichaso del enorme esfuerzo que ha representado para su Ejército y concretamente para sus Alas operativas, desplegar desde abril hasta finales de julio en el Báltico y el 1 de agosto hacerlo en Rumanía. Bien entiende el lector que un despliegue operativo en tiempos de guerra y en una fecha determinada, entraña preparativos de meses y un esfuerzo de tripulaciones y apoyos, significativo. «Las Alas 12 y 15 llevan 8 meses seguidos en misión», ratifica.

Reflexiono sobre los cambios producidos en las estrategias europeas en los últimos años. El propio Rafael Ichaso piloto experto en F-18, me habla de sus experiencias como joven teniente y capitán en los Balcanes. Poco debió imaginar entonces que ahora sobrevolaría los Cárpatos. Como tampoco imaginaron muchos jóvenes oficiales, suboficiales y soldados veteranos, que tras Bosnia y Kosovo que ya representaron una fuerte conmoción europea porque se luchaba con odio y muerte muy cerca de nuestras vidas -Sarajevo está a una hora de Barcelona-, que en la propia Europa se abrirían nuevas heridas como ahora en las regiones limítrofes entre Rusia y Ucrania. Lo preocupante además, es que no se sabe si estas heridas cicatrizarán pronto o degenerarán en otras mas graves. Esta incertidumbre arrastra a situaciones de desestabilización, que unidas a las de otros frentes (Gaza, Líbano, Yemen, Mar Rojo, Sahel) hacen de nuestro mundo un lugar inseguro. Ello ocasiona desplazamientos y migraciones que llegan a nosotros, cuando no a hambrunas y muerte. Todo sin que las organizaciones internacionales, Naciones Unidas al frente, sean capaces de controlar, mucho menos de imponer la paz, posibilidad incluida en su Carta fundacional, pero hoy imposible de aplicar por el veto alternativo de las Grandes Potencias que controlan su Consejo de Seguridad.

Cuando acudo a sus impresiones personales, encuentro en Ichaso a una persona responsable, que asume riesgos y cansancios como el producido por «calores asfixiantes que obligan a hidratar a las tripulaciones y personal de tierra» o a las desagradables tormentas eléctricas que van apareciendo estos días. Están bien comunicados con las familias e incluso se pueden beneficiar -punto de vista cohesión- de las rutas aéreas civiles que unen Constanza con Barcelona y Madrid.

No me lo dirá, pero sé que su veraneo estará marcado por un trabajo delicado que exige de él y de sus pilotos, no solo pericia a los mandos de un avión de caza, sino el temple para evitar cualquier error que pueda precipitar situaciones críticas. Saben que el invasor de una Ucrania apoyada por la UE y por la OTAN, aprovecharía cualquier fisura o error para justificar su política de agresión.

A veces pienso que es demasiada la responsabilidad que echamos sobre el corazón y las manos de unos jóvenes pilotos. ¡Gracias por todo ello!

* Artículo publicado en «La Razón» el jueves 5 de septiembre de 2024.