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Es divertido ver cómo los políticos de derechas se llenan la boca al hablar de regímenes como el de Venezuela llamándolos «populistas» y a renglón seguido intentan hacer política a base de regalar dinero público a espuertas, al mismo tiempo que se dispara el déficit. En Balears de pronto el transporte público pasa a ser gratuito; las guarderías siguen el mismo camino; la matrícula universitaria será gratis para muchos estudiantes; y miles de familias reciben pagas mensuales para intentar revertir su situación de vulnerabilidad. A la vez, desde el Govern se rebajan impuestos a los más ricos, lo que parece lograr la cuadratura del círculo de lo absurdo.

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En un país rico que funciona bien todo tiene un precio, a menudo caro, porque los salarios son elevados. Donde las cosas son baratas y las paguitas vuelan es en países tercermundistas con grandes recursos cuyos gobernantes pueden ejercer de rey mago para sus necesitados súbditos, a cambio de perpetuarse en el poder. Balears tiene grandes retos por delante y el más importante -y urgente- es reducir la desigualdad. Siendo una de las comunidades que más aportan a la caja común de toda España no puede conformarse con salarios y pensiones bajos y miles de familias al borde del precipicio. No debe bajar impuestos a los pudientes, al contrario, debe forzarlos a contribuir con el bienestar general, ya que de esta tierra obtienen grandes riquezas. Tampoco debe regalar nada, porque todo tiene un costo, enorme además. Una madre trabajadora con un buen salario debe poder pagar la guardería y el autobús. Si no puede es que como sociedad tenemos un gran problema. Y para eso están los gobernantes, para solucionarlos sin populismos ni compravotos.