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Alguna vez, al referirnos a nuestro futuro, me he reído mucho hablando con amigas divorciadas de los lugares en los que podríamos encontrar pareja. Y casi siempre llegábamos a la conclusión de que, si no cambiábamos mucho de vida, tendríamos que conocer a nuestro candidato comprando en el supermercado, más concretamente en el pasillo de los congelados. ¿Hay algo menos romántico que tropezar con el amor de tu vida buscando una bolsa de ensaladilla o quizá un bote de helado de tres sabores? Seguramente sí lo hay, pero ahora mismo no se me ocurre ninguno…

Pues resulta que me equivoco, porque incluso lo más raro e improbable está a punto de darse de un momento a otro. Resulta que, cansados de las aplicaciones virtuales para encontrar una media naranja, los hombres y las mujeres de hoy han encontrado una nueva fuente real de inspiración para conseguirlo: los supermercados. La nueva tendencia. Existe todo un catálogo de lugares y horas en que los súpers se convierten en el sitio idóneo para ligar. Cómo no.

Y con un código bien detallado. Así pues, no es lo mismo meter en el carrito una piña bocabajo en la sección de vinos entre las siete y las ocho de la tarde en Mercadona que llenarlo con un paquete de legumbres por la mañana en el Dia. Viene a ser como el código de los abanicos (todo un mundo perfectamente organizado para declarar un amor desenfrenado o el simple desprecio) o el de los lunares falsos en la Francia del siglo XVII (muy delicado y que podía llevar a una confusión tremenda según la parte de la cara en la que se lo pintaran).

En fin, los códigos para ligar siempre han existido y han sido mucho más refinados que el del supermercado. Pero vale la pena aprenderse bien los consejos porque, de lo contrario, puedes pasar un gran apuro según lo que hayas cogido. Y cuidado con los congelados.