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En 1932 el Fomento del Turismo de Menorca reportó que había 6 turistas tasados en Mahón. Está atestiguado. Hoy hay muchos más. Claro. Y eso trae consecuencias. El turismo nació a mediados del XIX para las clases regias y se convirtió en suceso de moda cuando, ya a principios del siglo XX, lo practicaron los nobles y los pudientes. Pero de hecho no se popularizó realmente hasta los años treinta y cuando la postguerra a principios de los años cincuenta. Pero aquí, por diversas causas, no despegó hasta los años sesenta del pasado siglo.

Hoy, ya plenamente democratizada su necesidad, y constatado que los turistas responden principalmente a la ‘llamada del sol’, todos vemos como el turismo se ha convertido en casi una necesidad humana más. Y eso llena los resortes turísticos del mundo, y especialmente los del Mediterráneo. Y durante el verano el cosmopolitismo de las ciudades se traslada a las costas. Pero aquí ¿significa eso que Menorca está masificada? No, no lo está.   

El problema de nuestra isla es otro: Menorca solo está colmada en unos puntos concretos que han sido mitificados y pontificados como «imprescindibles de ver». Diversifiquemos eso y el problema se suavizará. Además, y principal, la isla tiene una red viaria original caduca que prácticamente no se ha modificado desde 1909 cuando se construyó la carretera original Mahón-Fornells. ¿No creen, por ejemplo, que si hubiese una carretera que uniese la zona de San Luis con el aeropuerto se despejaría sobremanera el nudo que sufre Mahón? ¿No creen que si hubiese una carretera de desahogo, una alternativa Ciutadella-Fornells, por la costa norte, se aliviaría la general? ¿No creen que si esa carretera general dispusiera de ‘dos carriles por banda y viento en popa a toda vela’ no desahogaría también las colas de la general? Es un grito popular: los transportes en Menorca necesitan modernizarse para optimizar su seguridad. Y hay que orillar ya las protestas de las minorías inmovilistas que tanto recuerdan a aquellos inmovilistas del franquismo crepuscular que estaban contra cualquier cambio.

Aquí en nuestra isla, este verano, las noticias inducidas han pretendido imponer el relato de que la Isla está dividida entre los que quieren turismo y los que abominan de él. Y eso es falso. Una minoría nunca puede ser igual a una mayoría. Repitamos brevemente lo obvio: La isla vive del turismo. Sin él Menorca se ahogaría económicamente y sufriría un crack económico como ha sucedido otras veces en nuestra historia. Ya no se puede volver al romanticismo del pasado cuando ‘la mesa’ menorquina tenía tres patas económicas. Sí, hoy hay buena voluntad, ganas de resistir y esfuerzos meritorios y voluntariosos en los otros sectores pero sus resultados minoritarios no son suficientes. Realmente ya solo nos queda el turismo. Un día deberá estudiarse cómo se perdió aquel equilibrio aunque la respuesta es bastante obvia: se llama globalización, es decir competencia mundial.

Es utópico pretender una isla únicamente poblada por funcionarios y grupos subvencionados sin actividad privada en aras a poder aplicar su dictadura ecologista mientras que a otros les apetece controlar el flujo de una actividad económica privada que es básica en el ejercicio del libre mercado de la Unión Europea.

El radicalismo disfraza su mensaje afirmando que no están contra el turismo sino contra su masificación. Pura retórica. Una parte de los asistentes a estos aquelarres antiturismo son ‘forasteros’ que después de haber comprado una propiedad aquí (privada, claro) les emerge automáticamente la vena egoísta y ya no aceptan compartir la isla con nadie más. De repente estos progres reciclados se convierten en acérrimos protectores imbuidos de aires exclusivistas contrarios a la masificación que ellos mismos provocan. También está el sector de isleños (con 8 apellidos menorquines) que venden sus propiedades legítimamente por las causas que cada uno haya considerado y que después protestan airadamente porque la isla está invadida. Sepulcros blanqueados en estado puro. Otro sector está formado por miembros del funcionariado con sueldos seguros, especialmente los de la docencia radical cuya beneficiosa aportación a la sociedad resalta anualmente el informe PISA. Finalmente están los que viven agraciados por algún chollo progre que ni tan solo el PP es capaz de erradicar. Todos ellos forman el pintoresco gremio de los abolicionistas turísticos.

Por cierto ¿cuándo firmarán esos abolicionistas un documento ante Notario comprometiéndose a no viajar a ningún lugar del mundo para no polucionar/masificar, ellos también, ningún otro paraje con su presencia? Solo así, predicando con el ejemplo, su reivindicación pro aislacionismo será creíble. Si no quieren turistas, consecuentemente ellos tampoco deben de poder ir a ningún sitio: deben permanecer encerrados en la isla para no masificar otros destinos. Como el Conde Rostov, ese noble en el Moscú de los soviets, condenado a vivir siempre en el Hotel Metropol (quienes hayan leído «Un caballero en Moscú» lo entenderán). ¡Venga ya, hombre!

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Notas:

1- Magnífico ambiente en el Puerto de Mahón con la regata de veleros clásicos. Por cierto, toda la prensa nacional se refiere a Mahón, nunca a Maó. ¿Hasta cuándo durará aquí ‘sa betzèrria’ contra el topónimo de Mahón?

2- Otro año más y Mahón sigue sin recordar ni rezar por los asesinados y deportados por los turcos en su ataque a la ciudad en 1535. ¡Qué triste y qué vergüenza!

3- Se han reportado 14.000 acuchillamientos en un año en Alemania. ¿Extraña el auge del partido AfD?

4- Sánchez es capaz de llamar un día xenófobo a quien diga que la inmigración ilegal debe combatirse con dureza a asegurar, al día siguiente, que la inmigración ilegal debe ser combatida con dureza. ¡Grande, tío!

5- ‘Iniciativa por Mahón’ celebrará su Asamblea el próximo 13 de septiembre en el Hotel Port Mahón.

6- Un norteamericano me asegura que Nueva York, L.A. y Miami «no son EEUU». Veremos en Noviembre.

7- Por favor, no quiten este invierno el vuelo directo a París. No podríamos ser turistas. Por favor.