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Aunque todavía no está del todo aprobado el proyecto, parece ser que existe una posibilidad real de que Madrid tenga una playa. Y no una playa cualquiera, sino la más grande de Europa. He visto en las noticias una imagen de cómo sería y me he quedado patidifusa. Vivimos en un tiempo en que todos lo queremos todo. Siempre. Por eso nunca estamos contentos. Por las carencias. Antaño los lugares destacaban precisamente por sus carencias, que solían estar compensadas con otras cosas que no tenían los demás.

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Así pues, en Madrid no hay playas, pero cuántas cosas existen que no pueden ser encontradas en esos parajes frente al mar. Supongo que no tener mar tiene que joder un poco, pero de ahí a que sus ciudadanos no se puedan conformar y quieran uno, hay un gran trecho. Esta playa madrileña –que estará en Guadalajara– contará con 25.000 metros cuadrados y 15 kilómetros de arena. Y tampoco faltarán las típicas atracciones y sectores de ocio, como toboganes, tiendas y restaurantes. En fin, es como si S’Arenal cambiara de sitio, me figuro. Me imagino que también habrá socorristas, velomares, barquitas de recreo y muchísima arena. Desconozco si se verán pequeños pececillos en la orilla o incluso fastidiosas medusas que hagan peligrar el baño de sus visitantes. Pero debería contar con todo: el mar es el mar. Y hay que aceptar sus inconvenientes. Lo tomas o lo dejas. Claro que nosotros, habitantes de una isla, ya nos conocemos todo esto de memoria y, la verdad, se podría decir que incluso nos gustan las dificultades.

Pero claro, Madrid es el centro del universo, como nos vienen demostrando sus alcaldes y presidentas. Y cómo va a faltarles una playa… Si hay pistas de esquí en Dubai, también se puede fabricar una playa en la capital. Aunque sea en Guadalajara. Porque quien dice Madrid dice Castilla. Ya se sabe. Y esta nueva playa conseguirá ser un auténtico oasis que revitalizará una zona árida, y que será un paraíso para quienes practican vela, surf o kayak. De la sal no han dicho nada. Si se puede tener todo, por qué no perseguirlo. Pues claro. De Madrid al cielo. Pasando por Guadalajara, eso sí.