No pongo en duda su capacidad política, pero es evidente la quiebra física y síquica del presidente Joe Biden (81 años), empeñado en seguir como primer mandatario de EEUU. El 27 de junio en el debate con Donald Trump (78 años), tuvo lapsus clamorosos, luego dijo que venía de darse una vuelta por el mundo… y que en el debate «casi se duerme», una excusa que en vez de echarle agua, echó gasolina a un fuego que ya no hay bomberos suficientes para apagarlo. En la Cumbre de la OTAN, 11 de julio, tuvo otro de sus desastrosos traspiés, cuando llamó «presidente Putin» al mandatario de Ucrania Volodímir Zelenski. Ustedes ya se hacen cargo de que este tipo de lapsus causan estupor, sobre todo cuando los tiene el presidente del país más poderoso de la Tierra, un hombre al que los años le están pasando una implacable y demoledora factura. No es posible en un país como EEUU con más de 300 millones de habitantes que solo haya dos yayos que se postulen para el despacho oval, además de arrastrar sus particulares mermas, que no son pocas.
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La genética de un presidente
20/07/24 4:00
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