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Dice un proverbio árabe: «quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación». Viene a ser lo que aquí se conoce por: «a buen entendedor, media palabra basta». O el dicho: «no hay peor sordo que el que no quiere oír». Y de un dicho a otro veremos que está todo dicho, aunque no sirva de nada. Con ese malentendido de que somos seres racionales, homo sapiens y autoelogios por el estilo, el optimismo idealista nos aboca a múltiples decepciones. Son racionales unos pocos y no siempre aciertan. En cuanto al resto, como vemos en la Eurocopa de Fútbol, nos parecemos más a un hincha que a un árbitro de cabeza fría, que en medio de la batalla solo tiene un reglamento y un pito. Bueno, ahora tiene la ayuda del VAR, que nos mantiene en ascuas un rato. La alegría que sentimos hasta que el gol es anulado, ya no nos la quita nadie.

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Si les digo dos más dos, contestarán: cuatro. Si oyen: a lo hecho… dirán, pecho. Pues al escuchar 7 de julio, respondemos: San Fermín. Luego les vendrá a la mente: a Pamplona hemos de ir. Y muchísima gente corriendo. Otros bebiendo. Todos apretados. ¿Qué nos falta para completar el cuadro?... Los toros. Nuestras fiestas están llenas de caballos. Allí tienen toros. La coz o la cornada son la parte más peligrosa de la fiesta. Pero la alegría de vivir está basada en compartir, asumiendo algunos riesgos. Las emociones nos embargan. Pero si no pagamos una deuda, también.