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Hace poco más de un año que se promulgó la norma europea por la que se obliga a que los tapones y tapas de plástico permanezcan unidos a los envases de bebidas. Y todo para que no se pierdan los tapones por el camino. O para que se pierdan ambos juntos…, aunque eso será cada vez menos posible.

Adiós a la recolección de aquellos tapones con fines solidarios. Y uno se pregunta ¿por qué no seguir reciclando los tapones aparte y así facilitar un beneficio social? ¿O será que el negocio de la venta del material reciclado queda en bolsillos privados?

Que el reciclaje es un negocio, nadie lo pone en duda. Por activa y por pasiva. Lo era décadas atrás cuando el papel y el vidrio ya cotizaba, bien por venta directa, bien por retorno del envase. A ello se le añadió la venta de la chatarra, con vehículo incluido. Incluso el compostaje de los desechos domésticos. O la ropa misma que es vendida en tiendas de segunda mano o enviada al exterior.

No voy a cuestionar el chip de control de los hábitos domésticos ni el de las preferencias partidistas de uno. Desde hace ya años, nuestra sociedad se parece cada vez más a la descrita por Orwell. Y el chip sería un mal menor. O parte de ella. Las comunicaciones, las geolocalizaciones y por supuesto la falta de rigor en la información del entorno oficial y la censura de las opuestas también parece una parte del todo al más puro estilo envase-tapón.

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La Agenda 2030 de la que todos hablan y se enorgullecen, y de la que muy pocos conocen su verdadera esencia, es acusada, por los negacionistas, de ser una plataforma propagandística de este nuevo orden mundial. Vamos, al más puro estilo del Foro de Davos y de los ya viejos lobbies económicos.

Otros negacionistas cuestionarán la diferencia de gestión entre lo escrito y lo actuado según sea el sujeto activo cuestionado. En 2022 se proponía un nuevo reglamento relativo a la elección de los diputados al Parlamento Europeo ya para 2024. Y se proponía un umbral mínimo para conseguir representación parlamentaria. Los tapones sin duda le ganaron la partida y la carrera. Y algunas formaciones también. Populistas e independentistas hubieran quedado fuera del Parlamento de haberse aprobado la resolución presentada. Las minorías también influyen en Europa.

Desde hace ya algunos años, esta Europa nuestra no para de crecer, como si así quisiera huir del principio mismo de la unión. Y si es bien cierto que la unión hace la fuerza, la desunión todo lo contrario. De momento seguimos en el plano teórico. Y ya les va bien no llegar a la práctica. ¿De verdad queremos una Europa unida?

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