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Pronto acudirán nuestros políticos a las ferias de turismo para convencerles de que no vengan. La masificación es fomentada y repudiada a la vez. Demasiado negocio puede ir en detrimento del ocio. El turista nos incomoda y quita espacio, aunque deja un rastro de dinero por allí donde pasa. Actitud contradictoria, la de dar publicidad al paraíso (hoy cualquiera puede hacerlo a través de las redes) y poner barreras o numerus clausus para no convertirlo en un purgatorio.

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Todo depende de las dimensiones del territorio. Actualmente, hay 1.400 millones de chinos, pero su país tiene 9 millones y medio de kilómetros cuadrados. Menorca tiene 700 kilómetros cuadrados. ¿Cuánta gente cabe sin caerse al agua en una isla? ¿Cuántos coches encontrarán aparcamiento? ¿Cuántos recursos se pueden consumir o malgastar?

Yo no soy sinólogo pero soy psicólogo y en esto del bienestar somos todos iguales, seamos chinos o españoles. Queremos beneficios sin tener que hacer demasiados sacrificios. Muchas cosas se han conservado porque las conocía poca gente. Hoy es imposible ocultar nada. Estamos en la era del chafardeo universal. Época narcisista. Antes solo teníamos espejos, pero ahora nos hacemos millones de fotos (selfi viene de self, que en inglés significa uno mismo). Lo importante no es lo que tenemos detrás, es poder decir: yo he estado aquí. Y mira que sonrisa. En esto de ser feliz, si no lo veo, no lo creo.