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La RAE me corregirá por el título de hoy. Efectivamente no me voy a referir a los hinchas violentos ingleses, sino a hinchas a secas. Y tanto da que estos sean ingleses, franceses, argentinos o españoles.  Y tampoco voy a hablar de fútbol, sino de política. Y más concretamente de las elecciones al Parlamento Europeo. Y a toro pasado.

Como siempre, todos han ganado para si mismo, y han perdido para los otros. Aunque unos más que otros.  Quien sí ha perdido hasta el rabo ha sido sin duda SUMAR, que en vez de sumar parece que va restando elección tras elección, y eso que hacen cosas chulísimas, según la Yoli. Y en la acera contraria, SALF, Se Acabó la Fiesta o simplemente Alvise Pérez, quien ha sido la sorpresa para muchos. SALF ha sido la sorpresa como fue en su momento la irrupción de Podemos. Y sobre él ya se especula si es infiltrado del CNI, de Pedro Sánchez, de ultraderecha, o un recogedor de votos anticorrupción y de hartazgo social. ¿Será todo, será nada, será algo? Tiempo al tiempo. De momento, ya repasa el recuento.

Se dice de él que no tiene programa electoral, o que al menos no lo ha publicado. La verdad es que lo desconozco. También desconozco si los demás partidos lo tienen. Y si lo tienen y luego no lo cumplen, pues eso... Lo curioso del caso es que tengan o no programa electoral, los votantes actuamos como hinchas. Fanáticos, vamos. Sin violencia, pero aferrados a las siglas de una tendencia política. Y algunos, de una contratendencia política.

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En las elecciones al Parlamento Europeo es dónde más fácil es dar un voto de castigo sin jugarnos demasiado. Nada, mejor dicho. Los votantes del PP y del PSOE que hayan estado en desacuerdo con sus jefes no se pierden nada en abstenerse o votar a otras formaciones. Me puedo imaginar al votante conservador en desacuerdo con la cúpula balear con el tema del catalán, como puedo imaginarme al socialdemócrata en contra de la amnistía a los independentistas, y votar ambos al populismo de SALF. Y no pasa nada.    Bueno sí, que Alvise Pérez es eurodiputado.

Y ahora ya se habla de europeístas y antieuropeístas. Vamos, como cuando por aquí se habla de constitucionalistas e independentistas, y ni ellos mismos se lo creen. Aunque en Europa sí. Europa pasa de tanto fanatismo español. Nos conocen demasiado. El mismo día de la votación y aún con el recuento provisional, populares y socialistas europeos decidían pactar juntos la gobernabilidad de Europa. Vamos, eso sí, todo por la Agenda 2030.   

Y en España, los votantes de ambos casi llegan a las manos. Al menos, al insulto. De parvulario, vamos.

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