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¿Cómo están queridos lectores? Espero que con una actitud veraniega que les predisponga a compartir ratos de playa, patio o terraza con amigos y lúpulo. Y para los amigos de Ciutadella los tres deseos de cada año: Uno, que disfruten de las fiestas de Sant Joan. Dos, que los que tienen que hacer negocio con estas fiestas lo hagan de forma honesta y sin muchas complicaciones. Tres, que el nuevo récord anual que se les avecina de ferris descargando turismos en masa no convierta las fiestas en un macro botellón con caballos.

Ojalá la hoguera purificadora de la noche más corta del año se llevara el enjambre de psicópatas que ha cogido con fuerza las riendas del mundo. Vale que esta muy manido, super manido, pero hay que recordar una vez más, y las veces que hagan falta, la famosa sentencia del historiador italiano Lord Acton, ahí va: «el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente». Es un hecho que cada vez más altos ejecutivos de las grandes empresas y lideres y lideresas políticas tienen un perfil psicopático. Son los que llegan porque son a los que no les importa pisar, si hay que pisar a otros; explotar, si hay que explotar a otros; mentir, si hay que mentir lo que haga falta y vivir con una total falta de empatía y con una arrogancia y una prepotencia nunca vistas, bueno sí, en la época de tiranos de diferente pelaje desde Moscú a Berlín o Madrid pasando por Santiago de Chile o Kampala. Capitales que han sufrido el azote dictatorial de genocidas, y para ser un genocida, obviamente hay que ser un psicópata. Así que Lord Acton, le damos nuestros dieces porque lo clavó.

Y junto a esta tropa de psicópatas hay una tribu a la que podemos llamar: los llorones blanqueadores del fascismo barra neoliberalismo barra nazismo. Vale, es un nombre un poco largo y poco imaginativo, pero no me discutirán que es muy descriptivo. Esta tribu la encabezan figuras como la periodista que plagió una novela, cuya pareja está en unos cuantos líos judiciales y que tiene mas de 40 pisos en propiedad, y el señor que combate sus complejos con un ego mastodóntico y dos hormigas de tela.

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Estos personajes por un lado blanquean pensamientos muy oscuros y rancios, por el otro lloran porque no pueden decir lo que quieren a pesar de tener un programa en prime time, y por el tercero amenazan a todo aquel que se atreve a criticarles, porque la libertad de expresión está muy bien solo si se ejerce para decir lo que yo quiera. De esta manera preparan el camino para que cualquier nazi le pegue a un cómico, o amenace a un escritor, con la mirada complaciente de la policía y el aplauso unánime de toda la facho esfera. Reflexión, ver cómo actúa la policía en desahucios de ancianos y ver cómo actúa en manifestaciones facho nazis da mucha pena.

Delegar el poder a alguien es invitarle a corromperse, en eso los anarquistas también lo clavaron. No olvidemos, ahora que se quedó sin voz, la frasecita de Noam Chomsky: «la verdadera libertad es la capacidad de desafiar las estructuras de poder». Por eso aquí seguimos, de momento. Lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com