Les coses senzilles
Cuatro platos
Cuatro platos de caldereta de langosta me comí en el restaurante El Faro de Cala Torret, invitado por Benet Guardia, que ya estaba escrito en mi nómina particular de amigos insignes. No sé cómo se llama el cocinero, pero me dijeron que le llaman, amablemente, Pavarotti, y si se arranca a cantar «La donna è mobile» con el mismo arte con el que cocina la caldereta, no dudo que pronto le oiremos en el teatro Scala de Milán. La verdad es que me emocioné al probarla, y no pude dejar de comer hasta que tuve la panza hinchada como una boa constrictor después de comerse un buey. Durante el trayecto de regreso, que es de lo más largo que se puede recorrer en la isla de Menorca, me dormí como un cosaco después de bailar y beberse un barril de hidromiel. Por fortuna, conducía Rosa, mi mujer. Muchas gracias, Rosa. Soy partidario de decir la verdad siempre que sea posible, y esa caldereta era ciertamente de verdad. No tenía ningún fallo; o, dicho de otro modo, todo eran aciertos. Era perfecta. Ahora ya sé que la perfección sí existe, y es la caldereta del Faro de Cala Torret.
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