Una se acostumbra a todo
La llama
Si no fuera porque quedaría cursi y porque yo con la cursilería no puedo, tal vez empezaría este artículo diciendo que una llama de ilusión está a punto de empezar a insuflar en nuestros corazones una esperanza que a menudo se tambalea. Sí, dicho así sonaría cursi pero, ¿y qué? Hay que decirlo en voz bien alta ahora que otra voz malintencionada está llenando todos los rincones de falsedades y acciones viles en contra de nuestra lengua. Y me permito la cursilería porque de vez en cuando también me nubla la mente un recuerdo poco afortunado que me lleva a un patio de colegio en el que lo que se llevaba era hablar castellano porque el mallorquín «hacía paleto». Esta excusa ahora se me antoja ridícula, puesto que las palabras que nos llegan hoy desde ciertos sectores políticos y culturales son mucho más duras, hipócritas y sin sentido. Jamás se ha visto a nadie corriendo con una antorcha para intentar salvar el castellano. Ni creo que lo vayamos a ver.
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