Los archivos tienen a veces la mala manía de romper con el relato oficial. Hace unos meses que llegaron a mis manos sendos memorándums elaborados por PNV y ERC en la Guerra Civil destinados al gobierno británico. Resulta que en 1938 traicionaron a la República llamándola «extremista» y declarándose ellos «equidistantes» ante los dos bandos en guerra para solicitar al Reino Unido su derecho a la autodeterminación. Eso mientras miles de españoles morían en la Batalla del Ebro defendiendo la Cataluña y Valencia republicanas.
Los documentos se guardan en el archivo del Foreign Office de Londres y vale la pena sacarlos ahora con motivo de las elecciones vascas. Es curioso que el PNV, que se llena la boca hoy de república y defensa de la memoria democrática, se colocara entonces a la misma distancia entre fascistas y antifascistas y calificara de «extremista» al Gobierno del socialista Juan Negrín. Su memorándum dice, exactamente, que las «constituciones» vasca y catalana son «equidistantes de los dos elementos extremistas ahora en guerra» y que la participación de estos «dos países» en la lucha «se debe en gran medida al deseo de preservar sus derechos nacionales», como si no existieran el PSOE, el PCE o la CNT.
Parece una broma del destino que la propuesta la presentaran el 12 de octubre de 1938, Día de la Hispanidad. No se trata de una negociación entre unos cualquiera. Como ya avanzaron los historiadores Ángel Bahamonde y Javier Cervera en su libro «Así terminó la guerra de España» (página 286), los memorándums fueron dirigidos al ministro de Exteriores británico, el conservador lord Halifax, e iban firmados por los principales líderes: el lehendakari José Antonio Aguirre (PNV) y el presidente de la Generalitat, Lluís Companys (ERC).
En 52 páginas en inglés explican a los británicos el relato del hecho diferencial. Le vienen a decir que el 39 por ciento de la población española pertenece a «nacionalidades no castellanas» y añaden un mapa marcando con colores diferentes a Galicia, Euskadi, Navarra, Cataluña, Valencia e Islas Baleares. El resto de España, incluidos aragoneses y andaluces, son «regiones castellanas». Su principal argumento es que, como se habla otro idioma, pues es otra nacionalidad, y cogen de excusa la resolución de la crisis de los Sudetes en Checoslovaquia.
Como los ingleses no les hacían caso, lanzaron otras propuestas en días posteriores. La más surrealista fue trocear España en cuatro estados: Euskadi, Cataluña y los territorios controlados en ese momento por Franco y la República. Es decir, abandonaban a la mitad de los españoles sometidos bajo la dictadura.
No era la primera vez que el PNV se ponía de perfil en la lucha común contra el fascismo. En agosto de 1937 firmó el llamado «Pacto de Santoña» con los fascistas italianos y arruinó la defensa republicana de Santander. Tres batallones de gudaris desarmaron a sus compañeros izquierdistas y se entregaron al enemigo a cambio del exilio. Luego Franco y Mussolini incumplieron el pacto con el pretexto de que la rendición se había retrasado demasiado. Roma no paga a traidores. Ni entonces ni ahora.