El título va con ironía, claro está. Y el escrito también. Uno que creía que el Espíritu Santo era quien «ayudaba» a los cardenales a elegir al futuro Papa, y va Francisco y nos dice, saltándose el secreto al que está obligado, que en el cónclave de la elección de Benedicto XVI hubo intentos de bloquear la elección del nuevo Papa. Y lo más importante, que su nombre fue utilizado para ello. Y sigue, que el secreto no le obliga porque él es el Papa. Sí, ahora sí, pero en el cónclave de referencia, pues será que no.
Vamos, que discretito, lo justo. Más bien lo contrario. Niega la intersección del Espíritu Santo y además deja al descubierto las intrigas humanas de los cardenales. Bueno, eso ya se les presupone. Pero hay más. Francisco aprovecha la entrevista que le hacen para el libro «El Sucesor» para desmentir otro libro. «Nada más que la verdad» de Georg Gänswein se encuentra en el punto de mira de la entrevista. Vamos, que un libro intenta desmentir al otro. Uno miente. O los dos.
Lo cierto es que, al referirse a su paso atrás en la votación, mantiene la tesis de que su actitud facilitó el desbloqueo. Y miente. O se equivoca. No fue hasta el año 2007 en que Benedicto XVI restableció el quórum de la mayoría de dos tercios necesarios para ser elegido Sucesor de Pedro. Algo no cuadra.
Por un momento me aparece Franco, Rajoy y Sánchez. Franco con su «Caudillo de España por la Gracia de Dios». Rajoy que adaptaría su discurso diciendo «tu párroco es elegido por el Espíritu Santo en el mismo sentido que el Papa es elegido por el Espíritu Santo y no es elegido por el Espíritu Santo en el mismo sentido que el Papa no lo es» y se quedaría tan pancho. Y, por último, y ya para rizar el rizo, aparecería Sánchez con su carismático «no he mentido, solo he cambiado de opinión».
El Papa Francisco se las trae sin duda. Ahora pretende que la Semana Santa se celebre siempre en las mismas fechas. Vamos, y yo que me alegraba que los Viernes Santos siempre caían en viernes... Y el Domingo de Pascua, pues eso, en domingo. Pues no. O sí. Sí, porque seguirán siendo en viernes y domingo, lo que serán el primero, segundo, tercero o cuarto de abril, vamos según sean las necesidades del turismo, del tiempo, o de que se juegue o no la Champions League.
Y puestos a pedir, ¿por qué no celebramos que Jesús de Nazaret nació un 29 de julio y Cristo, un 25 de diciembre o el 6 de enero? Y de paso, que los sacerdotes puedan casarse y que haya mujeres en el sacerdocio…
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