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8-II-24 jueves

Me preocupa mucho más la posibilidad -nada descartable- de un nuevo triunfo de Trump o cualquier otra veleidad de Putin    que los avatares de la manoseada amnistía, que tarde o temprano había que acometer para cerrar políticamente el fatídico procés. Y qué decir de las últimas bravatas trumpistas sobre la OTAN o de la orden de busca y captura de la primera ministra estonia emitida por Putin. Cómo afrontar un eventual regreso de Trump con su previsible entente putinesca se convertirá en un auténtico sudoku para los políticos europeos.

10-II-24 sábado

Veo, expectante, el documental de Netflix «No me llame Ternera», basado en la entrevista de Jordi Évole al que fuera dirigente de ETA Josu Urruticoetxea, y lo sigo con creciente estupor al contemplar la infame desfachatez del abertzale al corregir sistemáticamente al entrevistador cuando le plantea el asunto capital de los asesinatos y empeñarse Ternera en llamarlos «acciones», incluida la incalificable de Hipercor o el asesinato de Yoyes, la emblemática dirigente etarra caída en desgracia y asesinada por sus excompañeros, en otra «acción» que Ternera se niega a condenar al tratarla de estrategia política.

      Tampoco se inmuta al insistir el entrevistador en la muerte de niños    en «acciones», y le añade una superlativa desvergüenza al culpar «al Estado» por no hacer caso a «sus avisos»…

Aunque Évole ha sido muy criticado por el reportaje en sí que, para algunos, daría realce al terrorismo, creo que se trata de un documento periodístico de alto valor por cuanto pone, negro sobre blanco, lo que Hanna Arendt llamó «banalidad del mal», el desprecio por la vida «de los otros», el empeño en convertir el mal en mera burocracia del «conflicto».

Después del documental parece aún más frívolo el intento de extender el concepto de terrorismo a los hechos del procés catalán. Una temeridad en un país que ha sufrido como ninguno de nuestro entorno la lacra terrorista, la de verdad, la que Ternera explicita hasta en sus pavorosos silencios.

11-II-24 domingo

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Voy leyendo con creciente fruición la última novela de Pau Faner «La dama de    Constantinoble» en la que Pau recrea con    realismo el asalto turco a Ciutadella y el cautiverio posterior de un buen número de ciutadallencs, cuyas peripecias vamos conociendo como si se tratara de una novela de aventuras.

      El lector acompaña, con diversos sobresaltos, también con sonrisas, a Sola, Guisla, Kerem i Jan, los indiscutibles héroes de la trama, y con cierto asombro cuando el escritor se recrea en el mundo de los sueños donde da rienda suelta a ese realismo mágico tan propio de Pau, que deja de serlo cuando el lector se da cuenta del latrocinio sufrido por muchas de estas víctimas a su vuelta a Ciutadella. «La Dama de Constantinoble» es también    la historia de una encarnizada persecución allende los mares y un canto al indestructible anhelo de libertad. Una joya.

12-II-24 lunes

Los medios conservadores se rasgan las vestiduras ante la revelación del líder popular sobre la posibilidad de indultar a Puigdemont, en una maniobra que me parecería interesante en las condiciones que propone Feijóo, es decir, presentándose el huido ante la justicia, con propósito de enmienda o lo que sería    más viable que el arrepentimiento, la renuncia expresa del ho tornarem a fer, es decir con el compromiso de cumplimiento de la legalidad...

14-II-24 martes

Asisto por pura casualidad al funeral de Carnestoltes en la Esplanada y me doy cuenta    de que lo hago por primera vez en mi vida; el carnaval nunca ha sido mi fiesta, jamás me he disfrazado si exceptuamos los años en que participé con mi cofradía de la Sang en la procesión de Semana Santa. Me río a gusto con el discurso del notario, un tanto pasado de rosca con ciertos aromas, pero ingenioso y divertido. Si fuera adicto a las redes pulsaría un «me gusta» por el buen humor reinante, y me apuntaría raudo al tratamiento capilar del president del Consell...

15-II-24 miércoles

Sigue el maremágnum sobre la abortada propuesta del líder de la oposición, la primera realmente constructiva de esta legislatura. Me siento solidario con el infortunado Feijóo, a quien le ha caído la de San Quintín, procedente de los sectores más duros-léase ayusismo y/o aznarismo... Y me siento solidario con él por este abrazo del oso que le atenaza. Sabe que sin el voxismo no puede acceder al poder, pero mucho me temo que con él tampoco, porque se cierra la puerta de sus aliados naturales, los nacionalismos conservadores de Cataluña y Euskadi. Otro sudoku de cuidado.