Estos días he actuado como introductor de embajadores durante Bisutex en Madrid. Presentar mis clientes a quien ya me sustituye laboralmente ha sido emotivo y me ha recordado la trayectoria de la bisutería en nuestra isla. Un recorrido histórico que la convirtió en parte de la personalidad de Menorca, tan característica como el queso, la ginebra, las abarcas o ses pomes d'en Kane.
La capital española es como la Roma de Rossellini, una città aperta. Abierta, divertida y educada. Y culta. El martes 6 nos obsequiamos con una visita al Thyssen. En el hall hay dos grandiosos retratos del Rey Juan Carlos y de su Señora (la auténtica) en recuerdo de su presencia allí cuando la inauguración en octubre de 1992. Su visión me hizo luego incluir la compra del libro de Alejandro Entrambasaguas («El Rey en el desierto», Esfera de los libros) en mi usual visita a la Casa del Libro de la calle Orense. La obra trata sobre los secretos de su salida de España y de su vida en Abu Dabi, los episodios más oscuros e intrigantes de la historia reciente de nuestro país. ¿Presionó el que quiere amnistiar al pro ruso puigdemoníaco al Rey Felipe para que decretara la salida de su padre a cambio de apoyar la continuidad de la monarquía borbónica como forma constitucional? ¿Fue la campaña de difamación y desprecio hacia quien lideró la democracia y la evolución social y económica de nuestro país durante 40 años, el mal menor? Veremos que nos depara el libro.
Andar por el centro de Madrid es todo un espectáculo. Por allí ves a las mujeres que mejor pisan de España. Altivas, supinas y empoderadas muestran sus propiedades sin complejo alguno. Aquí también puedes saludar a un reconocido miembro de la nobleza ciutadellenca en tiempo de ocio, cruzarte con conocidos políticos o comer el mejor pescado y marisco, no en vano se conoce a la ciudad como el mejor puerto de España. También una simpática camarera peruana, pequeñita y efectiva, te puede ayudar a justificar el gin tonic que te tomas con un comprensivo «es sábado y ya toca motivarte».
Es irrebatible: Cataluña ha sido sustituida por Madrid como el motor de la economía española. Todos los datos económicos, de desarrollo, inversión o crecimiento social y artístico (e incluso en lo deportivo) lo confirman. Según un estudio (Regdata FEDEA-BBVA que estudia la serie histórica 1955-2020) en 1955 Barcelona superaba en fortaleza económica a Madrid en un 22,2% mientras que en 2019 Barcelona estaba ya un -2,30% por debajo de Madrid. Es curioso observar como «La posición de Madrid solo mejora cuando España abandona el centralismo... La descentralización ha sido buena para el centro... Cuando España era un país fuertemente centralizado Barcelona superaba a Madrid, ya no».
¿Las causas de ese trasvase de fortalezas? Son múltiples según aquel informe. Desde que el crecimiento urbanístico y el liberalismo de Madrid es espectacular a la enanización de la cosmovisión que ha padecido Cataluña. Una auténtica jibarización política. Algo así como que la visión carlista geronina se ha impuesto a la de la cosmopolita barcelonesa. O como diría Boadella: al enfrentamiento Tractorlandia vs. Tabarnia.
Cuando el final del franquismo Barcelona era el faro cultural de España pero llegó el pujolismo y comenzó a expoliar su internacionalismo que desembocó en un Procés hacia la nada. Mientras Barcelona se obsesiona con el monotema nacionalista y se olvida del agua, en Madrid se preocupan por hallar inversiones y por expandir su economía. Aquí no hay necesidad de cambiar impunidad por votos. En Madrid, a diferencia de Barcelona donde pululan con toda libertad, no hay espías rusos que trabajan a favor de los intereses putinescos contrarios a los europeos... En fin, el resultado es obvio.
La anécdota de la semana han sido los divertidos intentos de un amigo sanchista por convencerme de que en los violentos hechos separatistas de 2017 y 2019 en Barcelona no hubo ni violencia ni terrorismo. Para él ni el Procés ni el Tsunami son actos violentos o terroristas. Savater (otra vez Savater, el Luminoso) contestaba este pasado domingo a un panfleto de otro sanchista, un tal Ignacio Sánchez Cuenca, publicado naturalmente en su órgano de agitación y propaganda, «El País». Pero «la evidencia es evidente»: sí hubo terrorismo en los actos fascistoides del Tsunami. Pues claro que sí. Y serán los jueces quien lo juzgarán y dictaminarán. Y la Comisión de Venecia. Y el Parlamento Europeo. Los hechos son tercos: los incendios provocados, los ataques a propiedades privadas, municipales y estatales, las roturas de escaparates y los saqueos a tiendas, los ataques a la Policía, a vehículos oficiales, las tácticas de golpe de estado con los intentos por tomar nudos y centros de transportes y comunicación vitales (estaciones y vías de trenes), las obstrucciones de calles, avenidas y autopistas, los cortes de tráfico, la toma incluso del aeropuerto (centro vital en un golpe)... los intentos de asalto a comisarias, a edificios estatales. Si esto no son actos violentos que aterrorizaron a muchos ciudadanos que venga Dios y lo vea. Lo lamento pero pretender ignorar la realidad es propio de ciegos voluntarios.
Notas:
1- Un devoto puigdemoníaco, un tal Lluis Felipe Lorenzo, propone crear un microestado en Bad-el-Oued (un barrio de Argel) para incorporarlo a los nunca natos Països Catalans. Aduce que ahí hace décadas se hablaba catalán. ¿No se referirá a los ‘mahonnais' de Fort de L'Eau? Al tiempo también sugiere subcontratar la defensa catalana al ejército de Argelia. ¡Nivelazo, tío! Primero quiere desmembrarles el país y después que los defiendan.
2- Otra vez los incomprensibles complejos del PP. Ahora se filtra que estarían dispuestos a indultar a Puigdemont ‘en el marco de la reconciliación en Cataluña'? ¿Pero de qué hablan? ¿Están locos esos romanos?
3- «No se puede dejar sin castigo a quienes infringieron la ley. La única reconciliación que Cataluña requiere es la de obligar a quienes tienen el poder allí a cumplir su propio Estatuto y a tratar por igual a todos los catalanes. Son los catalanes no nacionalistas, marginados y excluidos, los que necesitan el apoyo de las altas fuentes del PP, no los independentistas, que son los que mandan» (Antonio Caño).