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En nuestra sociedad es importante la información, pero no lo es todo. Con la información tenemos hoy más problemas de exceso que de acceso. Sería como una materia prima que hay que trabajar y preparar, si queremos asimilarla. De lo contrario, nos estorba más que otra cosa. Como un veneno, dependiendo de la dosis puede ser inocuo o nos puede mandar al otro barrio. Si tenemos la manía de acumular sin límite, nos puede pasar como a Don Quijote con sus libros de caballería: perdemos de vista la realidad y nos la pegamos contra todos los molinos. Puede haber información tóxica o dañina. Nos conviene aprender a protegernos contra ella. La información contiene también deformación y manipulación. Basura informativa.

Si no distinguimos un diario serio de un panfleto propagandístico, ni a un político serio de un populista, ni a un demócrata de un autócrata, no nos quejemos de los males que se nos vengan encima. Igual que el glotón no puede culpar a los alimentos de su indigestión. Hay que tener criterio y mesura en todo.

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La educación no sirve si atiborra de información, sin desarrollar al mismo tiempo la capacidad de asimilarla de forma adecuada. Hoy se mezclan todas las opiniones y deben convivir las de peor calaña con las que nos pueden aportar algo bueno. El trabajo es nuestro y nadie lo puede hacer por nosotros.

Aprender a leer es el primer paso, pero aprender a pensar es imprescindible para que nos sirva de algo.