Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

El rayo verde

Las víctimas

TW

Hace unos días el diario «El País» publicaba un reportaje titulado «Las vidas destrozadas por la ofensiva israelí en Gaza», evitando deliberada y torticeramente la palabra guerra. Porque lo que Israel hace en Gaza es una guerra. El periodismo sirve para informar y para destapar vergüenzas y logros, pero también para manipular a la opinión pública. Se hace al menos desde el imperio romano, así que no es nada nuevo y solo se ha perfeccionado con el paso de los siglos y los avances tecnológicos.

Noticias relacionadas

Cuando la inteligencia artificial se despliegue en todo su poderío será ya antológica la confusión general y la mentira pesará inmensamente más que cualquier verdad. No tengo nada que objetar al reportaje, pero con idéntica hondura y tristeza podríamos publicar «Las vidas destrozadas por el ataque terrorista de Hamás en Israel», «Las vidas destrozadas por la ofensiva rusa en Ucrania» y otro más titulado «Las vidas destrozadas por las bombas ucranianas sobre los rusos» y así hasta el infinito.

Los testimonios personales siempre tienen un gran impacto y no es raro que se nos salten las lágrimas al imaginar el infierno por el que están pasando. Pero víctimas civiles e inocentes hay en todos los bandos y eso es lo terrible de la guerra. Por eso hay que evitarlas a toda costa. Sin embargo, el mundo va por otro lado y el belicismo se multiplica. Es un grandísimo negocio y muy fácil provocar conflictos entre unos y otros, se ha hecho siempre. Todos los vecinos territoriales tendrían, seguramente, motivos para enzarzarse en una pelea fronteriza, pero el mundo desarrollado ha creado mecanismos para entenderse a través de la diplomacia, el diálogo y la negociación. El que ataca primero tiene, creo, la responsabilidad.